C
onocí a Carmen Juan Romero por aquello de la poesía. Por aquello de ser de Alicante. Porque compartimos aficiones y lecturas y esto es una ciudad pequeña. Cuando supe que Carmen había ganado el VII Premio de Poesía Joven ‘Pablo García Baena’ se me inundó el pecho de orgullo. Como cuando acabé de leer su poemario ‘Amar la herida’, me dolió el pecho de habérseme metido dentro tanto dolor hermoso y tanta poesía desenterrada desde lo más profundo de su infancia de niña y de su niñez lúcida.
Ambas somos seguidoras de la editorial La Bella Varsovia por la calidad de sus títulos, por cómo mima la poesía y por el buen gusto de sus ediciones. Me alegra que el talento de Carmen no les haya pasado desapercibido y que hayan tratado a su poemario con tanta delicadeza. Desde la portada de la genial Dara Scully hasta la difusión que con tanto cariño han llevado a cabo para que este animal hermoso que es su libro llegue a nuestras manos.
‘Amar la herida’ contiene restos de las rodillas despellejadas de las niñas y de la fiebre que nos convirtió en mujeres –Fuimos niñas que no sabían ser niñas/Tal vez por eso luego.– Carmen Juan da luz a los episodios oscuros de una vida que alcanzó su madurez demasiado pronto. Demasiado a la fuerza. Y con esa fuerza pone palabras al miedo y al desgarro de los que sienten que van a morir, aunque éstos no se asusten con la lluvia.
Puedo ver la mano de Alejandra Pizarnik, de Fleur Jaeggy, de W. Szymborska, incluso de Sylvia Plath posándose sobre estos poemas. Puedo ver a la oruga de la Alicia de Carroll. Puedo escuchar alguna canción de Nacho Vegas donde el amor y la muerte son lo mismo. Puedo ver a la Carmen que no conocí, muchos años antes, y llorar con ella, –nos frotábamos la adolescencia/ contra los dedos/ buscando.– Porque también nosotras buscamos nuestra adolescencia en lugares sucios que no lo eran tanto. También nosotras olíamos distinto.
No se sale ileso de este libro, no se vuelve a tener el mismo vientre, ni el mismo útero, ni el mismo viaje en tren después de haberlo leído
‘Amar la herida’ es un libro de poemas valientes escrito por una poeta valiente- De modo que el lienzo es esto:/ los valientes serán retratados en pedazos.- Aunque cada uno de sus pedazos late y lame sus heridas de forma independiente, el conjunto se muestra sin pudor frente a un espejo ingrato –que es la infancia- y nos cuenta con las vísceras por bandera todo lo que alguna vez callamos pero sigue ahí, en algún subterráneo de una ciudad que no tiene debajo y por lo tanto no puede esconder al monstruo.
No se sale ileso de este libro, no se vuelve a tener el mismo vientre, ni el mismo útero, ni el mismo viaje en tren después de haberlo leído. Por eso es necesario. Porque es un bisturí preciso que se posa en el lugar exacto donde nuestros (sus) demonios salen a la luz y podemos enfrentarlos. Seguimos siendo niñas, pero conocimos la verdad.
Leánla, que hable la herida:
No eres el hierro la espada la cuchilla,
No eres el arma incrustada, ni siquiera
la batalla, ni siquiera
el sabor púrpura escalando
tráquea arriba, ese de la tos y la cama,
de lo antiguo y la fiebre y la caricia
de madre y las friegas, tos de hospital, de
cuarentena. Tos de niña crónica a la que
no dejan jugar con las sanas. No.
No eres, ni eres
Tampoco el músculo del habla y los
besos que pasea ciego sobre los restos de la
ortodoncia
(-Tienes las palas torcidas, chiquilla. Así no vas
a casarte nunca- eso decía
padre, hipotecó el piso para que su niña
mordiese con esa fuerza. Recta, mortal. Bella.
Para que se me comiese de un único almuerzo,
ñam y
toda una adolescencia devorada, puto
padre de la muchacha caníbal).
No la lengua. No el metal.
El diente. El diente artificio, ordenado,
disciplinado a la fuerza.
El primer diente adulto, el menos blanco, el que
se posa en la superficie y con cuidado atraviesa
el vello los lunares las arterias amoratadas por
la presión por la certeza de
no
poder
respirar.
Mara me ha gustado mucho tu artículo. Habrá que tener en cuenta a Carmen Juan (y a ti también)
Muchas gracias Francisco! Ya nos iremos viendo por aquí 🙂
Hoy he conocido a Carmen en Pynchon&Co. Me acompañaba mi querida amiga Rosa, que se ha llevado el poemario de Carmen y me ha dejado sin él. Hemos tomado un café disfrutando de su compañía. Ha sido un Momento Pynchon, como decía ella. Amar la herida, es el título de su libro. Mas evocador y abierto no cabe. Amar lo que nos duele. Nosotros o alguna parte nuestra. Amemonos con nuestras heridas y tal vez curemos. Y si no, tampoco pasa nada, qué puñetas! puede que la herida sea lo que nos da la vida a fin de cuentas
Hola Virginia, ya que has tenido la suerte de conocer a Carmen poco más puedo decirte. Una lástima que sólo hubiera un libro y se lo haya llevado tu amiga! Aunque bueno, otra cosa buena que tienen los libros es que pueden compartirse 🙂
Espero que podáis repetir muchas veces más esos «momentos Pynchon»!
Gracias por compartir tu experiencia con nosotros.
[…] de la poesía joven, al ganar la VII edición del Premio de Poesía Joven Pablo García Baena con “Amar la herida”. Considerada por gran parte de la crítica como una voz precozmente madura, con un universo […]