E
l primer tercio del film está a la altura (o por debajo incluso) de los thrillers que lleva interpretando Nicolas Cage en los últimos años. Cintas como ‘Caza al terrorista’, ‘Caza al asesino’, ‘Contrarreloj’ o ‘El pacto’. Placeres culpables para mí pero que los fans de Amenábar (convencidos de que el autor de ‘Mar adentro’ es el summum de la elegancia en el thriller) ni se plantearían ver.
Sin embargo, ‘Regresión’ se presenta en su arranque desaliñada, artificial, poco creíble, precipitada y casi ridícula. Los personajes toman decisiones radicales y comulgan con ruedas de molino porque lo dice el guion. Es decir, no actúan como personas, ni siquiera como personajes sino como marionetas. Cuando no se mueven por los hilos del demiurgo, lo hacen siguiendo esquemas y tópicos del género que no le admitiríamos a ninguna peli americana… pero sí a la gran esperanza blanca del cine patrio. El policía tontito-gracioso o el macarra ya eran prototípicos en los 80. Y eran divertidos…aquí no.
Por otra parte, la tan cacareada ambientación en la América de finales de los 80 me dejó frío y algo decepcionado. Comprendo que la producción es modesta y lo que perjudica al film es el hype (desmesuradas expectativas) creado por la promoción. La producción es adecuada para lo que se está contando, no se necesita más, pero de ahí a que sea “espectacular y modélica”… Esos calificativos valdrían para, por ejemplo, otro thriller con el que guarda importantes semejanzas temáticas, dirigida por un canadiense en Hollywood. Me refiero a ‘Prisioneros’. Esa sí que es una producción espectacular. Ya, lo sé…es una peli de un gran estudio (Warner)…pero que no nos vendan la moto.
La impresión de ese primer tercio es nefasta pero algo te dice que no abandones, que te esperan cosas buenas detrás de este desaguisado. Y la verdad es que el segundo tercio funciona mucho mejor. Si bien es cierto que hay poca acción (entendida tanto como física como narrativamente), Amenábar juega con acierto a centrarse en la mente de los protagonistas, especialmente en la del policía protagonista, un eficaz Ethan Hawke.
Entonces la cinta adquiere toques de profundo terror psicológico sugestionando al espectador. ‘La semilla del diablo’ nos viene continuamente a nuestra mente. Amenábar nos manipula sabiamente hasta conseguir la identificación total con dicho protagonista. Su mente y la nuestra son una sola, sus sentimientos van unidos a los nuestros. La tesis que Amenabar quiere transmitir con el film la demuestra usándonos a nosotros mismos como perfectas cobayas: aficionados al cine con un bagaje previo.
De repente, el personaje de Watson hace algo extraño y poco después se nos revela algo que desconocíamos de ella. Sin embargo, esta revelación no hace sino confirmar la premisa errónea que Amenábar, a través de su maestría narrativa y el personaje de Hawke, ha inoculado en nuestras mentes.
El tercio final es un ejemplo paradigmático de anticlímax voluntario. Todo se resuelve sin aspavientos, sin grandilocuencias, con cierta decepción por el hecho de que todo es más vulgar de lo que parecía. Al final de la proyección, el público parecía decepcionado. Incluso escuche despotricar a uno de los espectadores, consolándose porque, al menos, esa noche iba a ver un nuevo capítulo de la serie ‘Rabia’. “Eso sí es terror de verdad, y no esta m*****” alcancé a escucharle decir mientras abandonada la sala cabizbajo.
En definitiva, Amenábar realiza un experimento narrativo semejante a Fincher y su guionista-escritora Gillian Flynn en ‘Perdida’. Contarnos una mentira para revelarnos una gran verdad, o por lo menos, SU verdad. Aquí, ATENCION SPOILER, vuelve a centrarse en dos obsesiones de la mayoría de su obra: la crítica al fanatismo religioso (que comparte con la mencionada ‘Prisioneros’) y el análisis de los contraoscuros de la condición femenina. FIN DEL SPOILER.
Quizá como dice mi compañera y amiga Beatriz Martínez en su crítica en El periódico, “La peor película de Amenábar sea, tal vez, la mejor de su carrera”.
Minnesota, 1990. El detective Bruce Kenner investiga el caso de la joven Angela, que acusa a su padre, John Gray (David Dencik), de haber cometido un crimen inconfesable. Cuando John, de forma inesperada y sin recordar lo sucedido, admite su culpa, el reconocido psicólogo Dr. Raines se incorpora al caso para ayudarle a revivir sus recuerdos reprimidos a través de la regresión.