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a mayoría de lo que vemos en pantalla ya nos lo ofrecieron con mucho más talento Scorsese, Lumet o De Palma en cintas como Uno de los nuestros, Serpico o El precio del poder. Scott Cooper y sus guionistas no saben imprimir la suficiente garra a los fotogramas y nos recrean como (¿cuatro, cinco veces?) la archiconocida estrategia mafiosa de camelarse a uno de sus miembros o colaboradores haciéndoles creer que van a ajusticiar a un traidor cuando el traidor es él…que acaba siendo asesinado. Señor Cooper ¿Qué interés pensó que podían tener esas secuencias para el público potencial de este film, en general, espectadores curtidos en el género?
Tampoco se saca partido de la ambientación en los 70. Como éstos cada vez están más lejos, imagino que es difícil encontrar buenas y creíbles localizaciones. Por ello, el film peca de planos cortos, cerrados y no notamos el latido de la ciudad, siempre un personaje más en este género. Además, Cooper contaminado por el virus mortal para el espectáculo cinematográfico de la contención narrativa, no nos hace disfrutar de esos montajes paralelos con grua, steady-cam y demás derroche técnico al son de un rabioso éxito musical de la época (como sí lo hacen sin pudor Scorsese y sus pupilos, el aventajado Paul Thomas Anderson y el limitado David O’Rusell).
Además, algunos actores están sepultados bajo toneladas de maquillaje y látex a causa de otra manía cansina del cine actual: la obsesión por intentar que los actores que dan vida a protagonistas de historias reales sean clones de las personas. Sin embargo, en Argo ya se demostró que un cierto parecido físico y toques de maquillaje son más que suficiente y lo contrario contraproducente. Black Mass empieza con la confesión de un tipo con más aspecto de hombre elefante que de mafioso y eso nos saca del film desde el minuto 1. Por todo ello, éste es el paradigmático ejemplo de film basado en un caso real que acaba pareciendo más falso que un guión concebido en la mente de un guionista. ¿Eso que es lo que es? Algo que se hacía en Hollywood hasta que éste se llenó de adaptaciones, remakes, sagas, reboots y otras mierdas por el estilo.
Para completar los defectos, el final es brutalmente anticlimático. La parte central se alarga y se alarga pareciendo que va a llegar a algo interesante y llega al típico final que todos conocemos. Por el medio los consabidos ajustes de cuentas antes mencionados.
¿Qué se salva? Las interpretaciones a pesar del látex y algo sí muy novedoso: pocas veces se había mostrado tan bien como se inocula en el ser humano el veneno de la corrupción casi de manera inconsciente mezclada con conceptos como el honor y la lealtad. Ahí sí que funciona el film y Cooper debería haber profundizado en ese camino en lugar de empeñarse en imitar (mal) a Scorsese.
Por cierto, aunque Sienna Miller cambia constantemente de imagen y es difícil reconocerla en sus pequeños papeles no la busquen en este film, aunque aparece en muchas fichas técnicas: sus escenas fueron eliminadas del montaje final. Menos mal que lo he descubierto porque pensé que chocheaba más de lo normal.
Boston, años 70. El agente del FBI John Connolly convence a Whitey Bulger, un mafioso irlandés que acaba de salir de la cárcel, para que colabore con el FBI con el fin de eliminar a un enemigo común: la mafia italiana. Esta nefasta alianza provoca una espiral de violencia que permite a Whitey eludir el control de la ley, consolidar su poder y convertirse en uno de los más implacables y poderosos gángsteres de la historia de Boston.
Calificación: 2, 5/5
Black Mass.- Estados Unidos, 2015.- 122 minutos.- Director: Scott Cooper.- Intérpretes: Johnny Depp, Dakota Johnson, Joel Edgerton, Juno Temple, Benedict Cumberbatch, Kevin Bacon, Peter Sarsgaard, Jesse Plemons, Rory Cochrane, Julianne Nicholson.– THRILLER DRAMATICO.-