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nspirada en el el arte chino tradicional, la artista Bingyi (Pekín, 1975) recrea en la exposición ‘Metamorfosis’ sus viajes a través de las montañas sagradas y la fusión de su obra con la naturaleza. La muestra, organizada por la Universidad Miguel Hernández, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante y la galería Charpa de Valencia, puede visitarse desde el 18 hasta el 29 de junio en el MACA.
La instalación consta de rollos de papel de enormes proporciones surcados por tinta china, que se despliegan a modo de manantiales. Bingyi, una destacada exponente del panorama artístico chino actual, recurre a los juegos de luces y sombras, manchas suaves y delicadas propias de la poética del haiku, para manifestar el asombro que le provoca la contemplación de la naturaleza.
Yo no pinto agua y montañas, sino que la montaña y el agua pintan a través de mí
La artista suele trabajar al aire libre, donde permite que los elementos de la naturaleza -el viento, la lluvia, el sol o el cauce de un río- transformen su obra, realizada principalmente con tinta china sobre papel de arroz. De esta interacción surgen misteriosas formas en sus creaciones. Su obra evoca experiencias personales arraigadas en la naturaleza, desde la óptica del Shan-Shui (montaña-agua). Sus pinturas se aproximan al Land Art, donde los elementos pintan a través del artista y no al revés.
La propia Bingyi así lo expresa: «Pinto con el clima, yo controlo la temperatura, la humedad, el propio territorio en el que estoy trabajando. Yo no pinto agua y montañas, sino que la montaña y el agua pintan a través de mí». De hecho, su obra se caracteriza por el uso de grandes formatos, grandes rollos de papel que despliega por la montaña, donde puede acumular kilómetros de pintura. Y la artista se introduce literalmente en su obra, pisándola y recorriéndola, hasta completar una creación descomunal de abrumadoras cualidades.
La artista ha expuesto en galerías de Chicago, Bruselas, Nueva York, Pekín, Shangai y Hong Kong, entre otras. Pero su arte traspasa la pintura: compone música para óperas, en las que se encarga también de la escenografía, y escribe poemas a modo de aforismos, en los que la Naturaleza es un tema recurrente. «La diferencia entre un río y un arroyo es la distancia entre la mente y el alma», dice uno de ellos.