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estas alturas no hace falta explicar en qué consiste la escena indie de este país. Aunque los conceptos musicales parecen nacer eclécticos, las ansias de llegar al mismo tipo de público acaban homogeneizando la oferta. Como consecuencia, tenemos una oligarquía de cuatro o cinco bandas de pop rock – todos sabemos cuáles, de hecho una está anunciando insistentemente su gira por televisión estos días – que actúan en todos los festivales del país y cuyos sonidos se van pareciendo entre sí.
Luego, una serie de bandas de sonidos más dispares que flotan alrededor de éstas y cuyo éxito será examinado por el tiempo. En la siguiente fila, tenemos el gran océano de propuestas más concretas, alejadas conceptualmente de esta aristocracia. En este tercer escalón, y aún sería injusto, habría que introducir a Bigott.
Porque Bigott es un personaje totalmente ajeno a la grandilocuencia y el egocentrismo del que hacen gala algunos elementos del indie nacional. Raramente da entrevistas y deja de tomarse en serio sus propios conciertos cuando le viene en gana –y no buscando una complicidad barata, como una banda de la mencionada oligarquía cuyo nombre omitiré.
No faltan las buenas melodías, sello de distinción de Bigott, y unas letras que derivan en momentos existencialistas, surrealistas e incluso cómicos
Su sonido, al contrario que otros tantos de esta camada, no presenta la influencia de fórmulas exitosas o que estén de moda. En su último disco, “Pavement Tree”, publicado el pasado 17 de noviembre, su sonido folk se aproxima al pop amargo de los Magnetic Fields y a la etapa melancólica de Beck. Es un álbum de producción solemne –a cargo del norteamericano Jeremy Jay- alejado de los arreglos de ensueño de las obras anteriores.
En las canciones apenas se puede diferenciar algún detalle más allá de unos elegantes teclados y los trucos de producción usuales. Lo que no falta son las buenas melodías, sello de distinción de Bigott del que deberían tomar nota otros tantos grupos, y unas letras que derivan en momentos existencialistas, surrealistas e incluso cómicos.
Gracias a Un Fulgor de Moda Antónima, que pone su esfuerzo para que los alicantinos podamos conocer a estos bichos raros, podremos disfrutar de Bigott en la sala Stereo este jueves 4 de diciembre, a las 22:00 h. Las entradas cuestan 12 euros en venta anticipada y 15 en taquilla.










