Por una negligencia médica, Francis Pérez Mañogil nació con una fuerte limitación física: la inmovilidad corporal. Toda su vida ha transcurrido desde una silla de ruedas adaptada con una pantalla con la que se comunica a través de la nariz. Pero su inteligencia, su vitalidad y su agudo sentido del humor le han empujado a salir a la calle, a estudiar, a escribir y a hacer tantas cosas como cualquiera.
Resulta habitual encontrárselo por las calles de Torrevieja, Valencia y Madrid, moviéndose con soltura con su silla de ruedas, saludando a los numerosos amigos que se ha granjeado a lo largo de su vida, gracias a su simpatía e ingenio.
Quienes no le conocen, en ocasiones le miran con recelo, sin saber que bajo su apariencia hay un chico de extraordinaria inteligencia y sensibilidad, con las mismas pasiones y anhelos que los demás, a quien le gusta que le hablen y le traten con naturalidad.
En su autobiografía, ‘Despertemos’, publicada por el Ministerio de Educación y Cultura en 1997, explica sus vivencias desde un punto de vista poco conocido para la mayoría de la sociedad. Transcurridos varios años, Francis se encuentra actualizando el libro en busca de una editorial dispuesta a publicarlo. Una obra que supone todo un ejemplo de superación y aprendizaje para quienes se encuentran en una situación parecida y, sobre todo, una lección para los que nos consideramos “normales» por un mero hecho físico que, además, no depende de nosotros.
Ahora, Francis se encuentra inmerso en la actualización de su obra. En una entrevista concedida a Alicante Mag desde su casa de veraneo en Torrevieja nos ofrece unas pinceladas de su extraordinaria vida y fascinante personalidad, lejos de los lamentos y las penas.
¿Cuál es el propósito de tu libro?
Yo escribí mi historia sin saber que más tarde me la iban a publicar. Es decir, el primer motivo que me incitó a escribirlo era simplemente para desahogarme. Tener muchos pensamientos y no darles salida, es como estar preso en una cárcel, de la que hay que salir exteriorizándolo como sea.
A parte de este propósito de desahogo personal, otro objetivo es demostrar cómo las apariencias engañan… Personas con problema para retener la saliva, con gestos faciales raros, con movimientos incontrolados, etc., damos una apariencia que engaña a la sociedad, a los médicos, a los psicólogos, a los profesores.Yo le propondría a la sociedad que se tome un buen tequila o cualquier otro desinhibidor y tenga menos reparo para comunicarse con nosotros.
¿Crees que la gente a veces es un poco condescendiente en la forma de hablar y tratar a personas con algún tipo de limitación física (quizás por desconocimiento)?
Yo ya soy vejete con unos cuantos años en el lomo, lo cual me permite ver cómo va evolucionando la sociedad. Antes, todos demostraban pena, compasión etc. sin cortarse un pelo. Ahora, todo lo contrario: se cortan más que la mayonesa casera. Temen emplear términos que nos ofendan como por ejemplo “minusválido”, temen dirigirse a nosotros e incomodarnos, o no saben cómo tratarnos… Yo le propondría a la sociedad que se tome un buen tequila o cualquier otro desinhibidor y tenga menos reparo para comunicarse con nosotros. Por nuestra parte, las personas con discapacidad también hemos de poner de nuestra parte para favorecer ese clima distendido, sin miedos, sin susceptibilidades.
Ahí va una pregunta muy directa: ¿Cómo llevas el tema de la sexualidad?
¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué me estás hablando?… ¡Ah, sí, ya! Creo que te refieres a eso de lo que nunca quieren hablar ni los profesionales ni los padres.
Es un tema que llevo mal. La sexualidad así como los estados de enamoramiento me dan continuos tortazos y es una constante en mi vida, pero no me voy a centrar en mis conflictos personales; creo más útil para todos tratar la raíz del problema.
¿Un niño nace y vive su infancia con prejuicios y vergüenzas? No, en absoluto. Pues entonces lo único que hay que hacer es que ese niño no pierda su naturalidad. Permitirle que se exprese, que pregunte. Naturalidad, diálogo e información desde la infancia inducirían a tener menos problemas en la adolescencia y adultez en temas como la sexualidad, los amores imposibles, las emociones de cualquier tipo. Si se actuara así, no se eliminarían los conflictos, pero se reducirían y se gestionarían mejor.
Existen muchos tipos de violencias, y una de ellas es “la violencia del silencio”, en la cual estamos implicados todos: los profesionales, los padres, las personas afectadas y la sociedad.
Tu situación es de nacimiento. ¿Qué ocurrió?
Nací así. A mi madre se le rompió la matriz. Fue a una importante maternidad de Madrid (Santa Cristina) y el ascensor estaba estropeado. Con la matriz rota, tuvo que subir andando las escaleras hasta la primera planta. A ello hay que sumar que no había anestesista y tardó en llegar tres horas. Además, como en aquellos tiempos no se denunciaba nada, mis padres no denunciaron.
¿Cómo ves la vida después de vivir tantas experiencias y conocer a tanta gente?
La vida no se ve de una o de otra manera dependiendo solamente de tus circunstancias; depende principalmente de la capacidad que se tenga para afrontar esas circunstancias. Yo, sinceramente, estoy como el país: en crisis.
¿Que le dirías a otras personas que viven una situación parecida a la tuya, pero no que llegan a asumirla?
Lo primero que haría sería llamar a sus puertas, juntarnos todos y decirles: «Hola, me llamo Francis, y en estos momentos me encuentro tan idiota como vosotros. ¡Vamos a desidiotizarnos!».
Lo primero es buscar una actividad que realmente nos apasione y dejarnos la piel en ella. Si le dedicamos tiempo, nos ocupamos en algo positivo y dejamos de rumiar pensamientos negativos.
Para desidiotizarnos hay que pensar menos en el pasado y en el futuro y disfrutar más el presente; aceptar nuestras limitaciones y explotar nuestras posibilidades.
También creo que es bueno tomar una dosis diaria de adrenalina. No sé cómo, pero hay que buscar endorfinas y adrenalina de donde sea (ejercicio físico, montar de copiloto en un buggy, tirarnos de un paracaídas adaptado, montar en una silla con esquís…). Para todo ello, necesitamos la ayuda de otra persona. Si esto no es posible, tendremos que buscar fórmulas en las que no dependamos de nadie para obtener un moderado colocón de endorfinas y adrenalina.
Igual que hay que buscar emociones fuertes, también debemos aprender técnicas de relajación y meditación.
¿Cómo crees tú que debería ser la enseñanza para personas como tú, con severas limitaciones físicas?
Cualquier alumno, tenga o no tenga discapacidad, debería recibir una enseñanza muy diferente a la que se ha impartido hasta ahora.
Neurocientíficos, psicólogos, pedagogos y profesores deberían diseñar un sistema educativo que se centre en proporcionar al alumno entrenamiento y herramientas para afrontar cualquier problema, para cuando se incorpore al mundo laboral, para las relaciones sociales, para ser creativo, emprendedor… Es decir, un sistema educativo muy práctico, que le aporte todo tipo de habilidades que va a necesitar en el futuro. Para ello, las clases no tendrían que impartirse entre cuatro paredes, sino en la calle, en todos los marcos ambientales en los que se va a desarrollar su vida.
A ello añadiría que debe potenciarse a cada alumno en aquello en lo que más aptitudes tenga. Explorar y explotar los intereses y facultades individuales es otro de los apasionantes retos que tiene o debería tener la docencia del futuro.
Si todo lo que he expuesto es útil para un niño normal, tanto o más útil sería para un alumno con discapacidad física o intelectual.
¿Qué actitudes incorrectas adopta contigo la gente que no te conoce?
Hoy día, ya hay mucha gente que tiene un comportamiento normal, incluso se vuelca en ayudarme cuando lo necesito. No obstante, también hay personas que actúan incorrectamente.
A veces me dan limosnas porque creen que pido dinero; otras veces, antes de leer en el comunicador lo que he escrito para pedirle cualquier tipo de ayuda, se separan de mí por recelo, por desconfianza. En otras ocasiones, cuando en la discoteca un chico o una chica se acerca para hablar conmigo, sus amigos le reprenden y le apartan de mí. ¿Por qué? Pues no lo sé, pero lo que sí sé es que la ignorancia y los prejuicios les hacen actuar así.
Algunos consejos…
Cuando veáis a una persona diferente a vosotros: Cerrad los ojos, no penséis en lo que os transmite a primera vista, pensad en su interior, pensad que es igual que tú. Si, además, os comunicáis con él, mejor que mejor. Ambas partes saldréis ganando.
Cuando un niño de corta edad se queda mirándome, el adulto que le acompaña le reprende para que no mire y para que no pregunte… ¡Dejad que miren, dejad que pregunten! Si hacéis que los niños no pierdan su curiosidad y su naturalidad, nos haréis un gran favor a las personas que tengamos cualquier rasgo diferente por raza, condición social, discapacidad, etc.
Me gustaría terminar diciendo que nadie de los que vivimos en este planeta provenimos del planeta Marte. No nos tratemos como marcianos. No nos fijemos tanto en las diferencias, y pensemos más en todo lo que nos une, en todo lo que podemos compartir… Esto vale también para personas con diferentes ideas políticas, religiosas, etc.
Me despido dándoos las gracias por hacerme esta entrevista. Todos los medios de comunicación pueden ayudarnos mucho a derribar todo tipo de barreras, temores, desconocimientos. Repito: Muchas gracias.












Tuve la suerte de conocer a Francis en Torrevieja hace años y es la persona más extraordinaria que se pueda imaginar