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e notado que hay nuevas publicaciones que glosan el beneficio del ocio. En el fondo están todos inspirados en ‘Le droit à la paresse’, un ensayo considerado utópico de Paul Lafargue publicado en el diario L’Egalité a finales del siglo XIX.
Ahora que ha llegado el verano, es tiempo de ocio. Hoy voy a hablar de ocio. No estoy hablando solamente del ocio al que se refieren las dos primeras definiciones que da la Real Academia de la Lengua y que son las que conocemos:
1. m. Cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad.
2. m. Tiempo libre de una persona.
Hablo también de las dos siguientes:
3. m. Diversión u ocupación reposada, especialmente en obras de ingenio, porque éstas se toman regularmente por descanso de otras tareas.
4. m. pl. Obras de ingenio que alguien forma en los ratos que le dejan libres sus principales ocupaciones.
Creo que es tiempo de recuperar estas dos acepciones. ¿se imaginan… tener tiempo libre para leer, pasear entre cuadros, hacer un curso…? Es decir, existe un descanso placentero pero también existe un tempo libre para cultivarse mirando hacia dentro de uno mismo (introspección) o a nuestro alrededor (contemplación).
Los romanos… saben que me gusta Roma… no se conformaban con equiparar su tiempo libre con tumbarse a la bartola, sino que contraponían al tiempo libre improductivo otro tipo de tiempo personal, productivo, enriquecedor, introspectivo, dedicado al estudio interior y exterior. En cualquier caso, la idea de no hacer nada está demonizada. Parece que ya no se puede estar a la fresca. Para evitarlo, han seccionado los bancos y los han hecho unipersonales. Exijo bancos corridos para charlar y comer pipas… y para hablar mal de todo el que pase por allí.
Las plazas son lugares maravillosos para il dolce far niente. Algunos pueden pensar que son espacios improductivos: no generan capital económico, pero sí vital. Reflexionar mientras ves a unos niños jugar a la pelota no tiene precio. Esos espacios públicos compartidos de los que un día debo hablar deben ser rescatados… y protegidos para ser usados…. y ¡¡quiero sombra!!
También deben protegerse las cenas al aire libre en la calle con los vecinos.
Volviendo a Roma, Séneca coincidía con Cicerón en que el ocio debía conllevar dignidad y, en ocasiones, el ruido de la rutina cotidiana en la ciudad requería un retiro al campo para buscar la tranquilidad, encontrar la introspección a través de la vida rústica esporádica y la contemplación de la naturaleza. Séneca también reivindicaba una de las responsabilidades del individuo, beneficiar a los demás, contagiando parte de los valores personales al bien común. Ya saben… la mejor forma de estar yo bien es que los que me rodean estén como mínimo igual que yo.
El filósofo de Corduba creía que mejor forma de aprovechar el tiempo libre consistía en cultivar la virtud. Esto es, mejorar uno mismo y proyectar esta mejora para influir en el entorno inmediato, o estudiar la naturaleza.
La verdadera humanización de nuestras sociedades está en el ocio, en la vacación, en la disposición libre de nuestro tiempo para ocuparlo en lo que deseemos
La verdadera humanización de nuestras sociedades está en el ocio, en la vacación, en la disposición libre de nuestro tiempo para ocuparlo en lo que deseemos. Ya no se habla de la civilización del ocio, sino de la cultura del esfuerzo. ¡¡Es un escándalo!! El objetivo de la Revolución es … sentarse a descansar… a no hacer nada… que decía Lafargue.
Hoy se nos pide que trabajemos más horas, por menos dinero, que agrupemos las fiestas para no distraernos, que nos jubilemos más tarde e incluso que no nos enfermemos si queremos cobrar nuestro salario. Como si hubiéramos mordido la manzana de algún árbol prohibido, hemos sido expulsados de un paraíso que ni siquiera llegamos a conocer… Ya no recordamos esa puerta baja escondida en el muro que otros… habían encontrado antes y que lleva a un jardín secreto y encantado, en alguna parte oculto… sin que ninguna ventana de esta ciudad gris se asome a él…. que diría Evelyn Waugh.
La palabra trabajo… deriva del latín tripalium, que era una herramienta parecida a un cepo con tres puntas o pies que se usaba inicialmente para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos. También se usaba como instrumento de tortura para castigar esclavos o reos. De ahí que tripaliare significa tortura, atormentar, causar dolor. En el siglo XII, la palabra designa también un tormento psicológico o un sufrimiento físico.
Trabajar es un castigo divino, una maldición que empobrece la mayoría de las vidas… es una parte de la Biblia con la que estoy de acuerdo… ésa y el Cantar de los Cantares.
La única respuesta sensata a este panorama desolador es la pereza. Ha llegado la hora del enaltecimiento social de la ociosidad y la holgazanería… de la disposición libre de nuestro tiempo para ocuparlo en lo que deseemos, sea pasear tranquilamente … sea leer un libro debajo de un árbol… o tomarse un vino en buena compañía… sea lo que ustedes quieran.
Pues eso… sean ociosos… Seamos perezosos en todo, excepto en amar y en beber, excepto en ser perezosos…
que diría el ilustrado Lessing
Nos vemos en septiembre.