la nueva versión de ‘Asesinato en el Orient Express’ levantada por Kenneth Branagh no pasará a la historia de la innovación cinematográfica pero asegura, en mi opinión, dos horas de entretenimiento de corte clásico salpicado de algunas breves escenas de acción y unos efectos especiales eficaces pero que desentonan en el conjunto por su excesiva vistosidad.
Está claro que no había razones artísticas para volver a llevar a la pantalla una de las más conocidas novelas de Agatha Christie. La versión de 1974 de este ‘Asesinato en el Orient Express’, dirigida por Sidney Lumet, era magnífica y difícilmente superable. Por otro lado, Branagh es respetuoso con la historia y hace una adaptación bastante fiel, con lo que la excusa de la actualización tampoco cuela.
Por tanto, este nuevo ‘Asesinato en el Orient Express’ existe puramente por razones económicas y de ego. Las historias de intriga siguen funcionando entre una parte del público y el espectro más joven de la audiencia seguramente no conocerá la película de Lumet por lo que se puede sentir atraído por el argumento, la época en la que se ambienta y el reparto de lujo por lo que, a priori, parece un producto rentable.
Por su parte, Branagh hace tiempo que demostró que quiere seguir en el candelero a toda costa (‘Thor’, ‘Cenicienta’, ‘Jack Ryan’) y, además, poder seguir financiándose sus proyectos más eruditos como el Branagh Theatre Live, grabaciones teatrales en directo de obras de Shakespeare.
En su defensa hay que decir que siempre intenta dotar de elegancia a estos productos comerciales recientes en su filmografía y esa constante se mantiene en este ‘Asesinato en el Orient Express’. El autor de ‘Mucho ruido y pocas nueces’ nos regala una narración clásica, pausada en la que usan adecuadamente recursos como el plano secuencia o la angulación cenital cuando la historia lo requiere. Intenta componer bellos encuadres (esa “última cena” de sospechosos) y dotar de dinamismo a una novela que se basa fundamentalmente en brillantes interrogatorios del detective a todos y cada uno de los sospechosos.
Finalmente, decir que Branagh enfatiza uno de los grandes aciertos de la novela de Christie: El personaje de Hercules Poirot (obviamente adorado por cualquier herculano como yo), en su viaje físico y emocional, descubre que, en ocasiones, esa diferencia entre bien y mal que tiene tan clara al principio del film, se torna confusa, inasible, huidiza y esquiva. Una idea muy a contracorriente del cine comercial actual dominado por el simplismo moral (o, lo que es peor, el falaz interés manipulador de los próceres del pensamiento único) de Marvel y compañía.
Murder on the Orient Express. Estados Unidos-Malta, 2017.- 116 minutos.- Director: Kenneth Branagh.- Intérpretes: Kenneth Branagh, Penélope Cruz, Willem Dafoe, Judi Dench, Johnny Depp, Michelle Pfeiffer, Daisy Ridley, Josh Gad, Derek Jacobi, Leslie Odom Jr., Lucy Boynton, Sergei Polunin, Tom Bateman, Olivia Colman, Miranda Raison, Chico Kenzari, Manuel García-Rulfo.- SUSPENSE.- Durante un viaje en el legendario tren Orient Express, el detective belga Hercules Poirot investiga un asesinato cometido en el trayecto, y a resultas del cual todos los pasajeros del tren son sospechosos del mismo.