Una decepcionante secuela del agradable entretenimiento estrenado hace tres veranos. Coppola dijo hace muchos años que una película original es como el sexo que tienes con tu novia idolatrada, se trata de un acto de amor… mientras que las secuelas son como el que tienes con una prostituta, una pura transacción comercial. Aunque no se aplicó el cuento con su magnífica ‘El padrino II’, que en ciertos aspectos supera al original, el director de ‘Apocalypse now’ tenía mucha razón.
Y… ¿Qué ocurre cuando el film original no tiene nada de especial como para merecer una segunda parte, salvo el hecho de que recaudó mucho más dinero del que sus propios responsables esperaban? Pues que la secuela roza la bazofia: un film sin alma ni interés cuyo visionado es básicamente una pérdida de tiempo.
En primer lugar, los creadores tratan a la cinta de 2013 como un objeto de culto en lugar del pasarratos que era y durante todo el film dan por hecho de que nos acordamos de las claves de la primera parte como si fuera un film que nos reunimos a ver con los colegas cada seis meses o algo así. Por ello algunas escenas son básicamente incomprensibles si alguien no se ha tomado la baldía molestia de revisar la peli anterior.
Además, a la cinta le cuesta mucho arrancar y cuando lo hace y desvela sus cartas, es mucho peor. Tenemos una minúscula trama, lo cual no sería un problema si los personajes tuvieran encanto y las peripecias fueran sorprendentes. Pero salimos perdiendo con el cambio de Isla Fisher por Lizzy Caplan (y eso que esta actriz me parece muy competente, pero aquí le hacen declamar unos diálogos imposibles) y el doble personaje del casi siempre divertido Woody Harrelson resulta estomagante. Por no hablar de la incorporación de Daniel Radcliffe en un inadecuado papel.
El relativo efecto sorpresa de la primera entrega aquí desaparece totalmente y siempre da la sensación de que el guión se ha escrito a toda prisa y que todo el mundo pasaba por allí para recoger el cheque. El film acaba siendo un correcalles sin sentido, formado por una escena fallida detrás de otra, explicaciones de los trucos enormemente anticinematográficas y momentos absurdos que sólo quieren ser fardadas para epatar al público más impresionable como la muy ridícula y alargada (como todo el film) secuencia del cacheo de los héroes en la cámara de seguridad.