Diez y media de la noche. Stereo Alicante abre sus puertas a esos acérrimos fans de Varry Brava que se concentraban desde, más o menos, una hora antes a las puertas de la sala. Eran tantos que casi la rodeaban. «Y es que este grupo hay que escucharlo desde bien cerca, en las primeras filas», comentaban. La noche comenzaba con un sold out, anunciado ya un par de días antes, que dejó fuera a todos aquellos que se habían dormido un poco –o quizá mucho– a la hora de hacerse con las entradas.

La sala fue llenándose de gente dispuesta a vivir un verdadero Safari Emocional. Se respiraban ganas y es que como después Óscar Ferrer, voz de la banda, diría: «Han pasado casi dos años desde nuestra última vez en esta sala. Ya queríamos volver a veros». Y así, entre cervezas y conversaciones, los ingredientes de las mejores esperas, empezó el safari. Pasaban dieciocho minutos de las once cuando los componentes de Varry Brava subían al escenario. Prendas especialmente concebidas y adaptadas al carácter de la banda de mano de la firma Kruuxs, gafas de sol y zapatillas luminosas: aún no había sonado la primera nota y estos chicos, sólo con su atuendo, alucinaron a media sala.

La magia de Varry Brava en Stereo Alicante en MÚSICA

NingunoDos fue el tema encargado de abrir el concierto. La voz de Óscar junto a las teclas de Aarón Sáez fueron hipnotizando al público desde el minuto uno, la potencia de la guitarra de Vicente Illescas y del bajo a cargo de Juan Tae se unieron seguidamente, pero fue cuando sonó la batería de Germán Sevilla –redonda y precisa, directa al pecho– cuando todo el público se cercioró de lo que guardaría aquel concierto: fuerza, energía y robustez sonora. Los temas –de una cuidada producción que ya era evidente en el disco– ganaban en directo. Sonia y Selena, Entre el cielo y el mar o Flow fueron algunas de las canciones que vinieron después de que la banda saludara al público que para entonces ya abarrotaba la sala de forma literal, temas que sirvieron para reafirmar que, efectivamente, la banda ha adquirido una indiscutible madurez en su sonido con su último trabajo. Safari Emocional es capaz de despertarte de todo, menos indiferencia. Cabe destacar que al sonido se encontraba Raúl de Lara, productor de Demasié, quien conjuntamente con el buen hacer de la banda se encargó de hacer que todo sonara rotundo. Hubo magia y conexión.

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Al Flow le siguió el Calor, uno de los temas míticos de la banda y momento donde la sala estalló a bailar, sirviéndole también de relevo a Óscar a la voz. Los chicos de Varry Brava sonreían sin parar y eran capaces de transmitir ese buen rollo a todos los que se encontraban al otro lado del escenario, haciendo patente y convirtiendo casi en física la complicidad existente entre ellos.

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Vietnam, Chicas, Miedo o Disco continuaron motivando a la totalidad de Stereo Alicante, donde el calor –esta vez sin hacer referencia a ninguna canción– fue ambientando, aún más si cabe, la noche del viernes. Fue al acabar la inconfundible No gires cuando la banda se retiró del escenario, volviendo poco después con un estilismo un tanto distinto al primero. Aarón sorprendió con unas gafas luminosas en las que podía leerse tanto el nombre del disco como el de la banda. «¡Queremos esas gafas!», le dijo al teclista de la banda algún que otro asistente.

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«Oh, no, parece que lo bueno se acaba cuando no había hecho más que empezar». El concierto, a la hora y media aproximada de su inicio, fue llegando a su fin con el momento más emotivo de la noche, protagonizado por Callada, uno de los temas más profundos y poéticos de Safari Emocional. Club, Fantasmas y Radioactivo se sucedieron después, colocando a la sala en un clímax que iba a ser muy difícil de olvidar.

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© Fotografías por Énkar Neil.

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Énkar Neil eligió estudiar Comunicación Audiovisual para hacer tangibles sus pasiones por la escritura, el arte y el cine. Es fotógrafa y ha inmortalizado tanto en salas como en festivales a numerosos artistas, colaborando también con algunos de ellos en sus procesos de creación de identidad artística y en el artwork de sus proyectos. Desde su primera cámara, busca fotografías que puedan oírse y canciones de las que hacer fotografías.

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