En mitad de una acumulación exquisita de relatos y poemas, Julio Cortázar escribió una vez que «nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo». Con esta idea, asimilada letra por letra, la banda de rock Dinero –compuesta por Sean Marholm a la voz y a la guitarra, Ekain Elorza a la batería, Alain Martínez al bajo y Juan Sánchez a la guitarra– subía al escenario a las once y cuarto de la noche del pasado viernes, después de cinco años sin pisar Stereo Alicante. Sus seguidores, que rozaron el sold out, esperaban desde las diez y media de la noche con cierta impaciencia, como aquel que sabe que se avecina algo grande.
Y Dinero aparecía en escena como se dejan ver las buenas cosas, sin tiempo que perder ni rodeos que dar, como un auténtico ciclón que no iba a dejar nada para después. La banda estaba segura de que lo que allí iba a sonar sería como una de esas lluvias torrenciales que lo destruyen y renuevan todo, al mismo tiempo, sin excusas. Cero no es un trabajo efímero, suena y lo hace fuerte y, además, tiene eco.
Año Cero abría el concierto de forma falsamente suave a las primeras notas, in crescendo a los segundos y culminando con el estadillo de Sean en forma de grito, aullido que retumbó junto a la batería de Ekain –el pequeño gran Thor– por toda la ciudad. Este tema servía de premonición ineludible: el nuevo trabajo de la banda haría que todo temblara. Siguieron casi de forma autómata Mata Hari –primera canción del disco en tener videoclip–, Bajo Cero –el primer adelanto de Cero que pudieron disfrutar los seguidores de la banda– y Dinamita, un tema de su anterior trabajo que sonaría precisamente a eso, a una explosión que no pasaba por alto ningún matiz. Tanto la banda como su técnico consiguieron algo que, a menudo, resulta difícil: la potencia era extraordinaria, pero en ella no se perdía nada, se apreciaba cada instrumento posicionado en el lugar y punto exactos, certeros.
El público y los chicos de Dinero se retroalimentaban de manera continua ya para cuando Sean se dirigió por primera vez a todos los asistentes –que gritaban, cantaban y bailaban al ritmo del huracán–. Se respiraba una energía especial. La espera, tanto para la formación como para los fans, había merecido la pena. Purasangres, Efecto granada y Nada, temas pertenecientes al disco DNR, sucedieron después para dejar paso a otro tema de Cero, Jaque Mate, canción que Sean describiría como una de esas historias de amor que ya han pasado, pero que vuelven y se reavivan con un simple estado o foto publicada en cualquier red social. Ahí reside, entre otras muchas cosas, la magia de la banda, en que absolutamente todas las letras tienen esa impronta de cotidianidad, de tramas vividas y entendidas por todos.
Poco después, se entonó ese «nadie más te cuida como yo, te muerde con amor, te arranca el corazón» y así, con una de las canciones más demandadas por el público, que entró del todo en éxtasis, Lo mismo, continuó el espectáculo. Temas como Tan real, que Sean canta en Cero junto a su hermana Elsa, Como cuando quien, Duelo de titanes o Una noche más fueron aproximando el final de una velada literalmente épica que contó también con una pedida de mano sobre el escenario.
Fue En invierno, que ha llegado a convertirse en el himno de la propia sala, el tema encargado de cerrar la noche en Stereo Alicante después de lo que fueron casi dos horas de concierto, dos horas en las que la química de la nueva formación fue indiscutible y más que suficiente para comprobar que los cambios, hechos música y desde el corazón, siempre salen bien.
© Fotografías por Énkar Neil.
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