La imagen que encabeza este artículo es Una alegoria de los cinco sentidos (1623) de Pieter Claesz. El cuadro ilustra los sentidos a través de instrumentos musicales, un compás, un libro, comida y bebida, un espejo, incienso y una botella de perfume abierta. La tortuga parece ser una metáfora del tacto (o de su ausencia).
Me han encargado un capítulo de un libro sobre marketing sensorial. Me ha tocado el capítulo sobre el tacto. El sentido del tacto es el encargado de la percepción de los estímulos que incluyen el contacto y la presión, los de temperatura y los de dolor.
Como dice Ana Mª Ferrin, si miramos el cuadro de Jan Brueghel El Viejo, «son infinidad las sensaciones producidas por el quinto sentido que asaltan al observador cuando contempla esta Alegoría del Tacto. De la picadura del escorpión al palo que golpea a un asno. La quemazón del hierro en la fragua, la frialdad del acero convertido en armadura. El golpe dado con uno de los manteletes que vemos en el montón donde reposan los restos de una batalla, o en algún cuadro. La suavidad del beso entre Cupido y la Diosa. Calor en el Infierno y el escozor que sugiere la Flagelación de Cristo en algunos de los cuadros presentes.»

La verdad es que estoy leyendo y aprendiendo mucho sobre las perspectivas con las que aborda el marketing sensorial los sentidos humanos.
En primer lugar, ¿qué es eso del marketing sensorial? Tiene que ver con sensaciones, emociones y sentimientos. Lo he dicho muchas veces, ¿conocen a Elton John? ¿les gusta Elton John? ¿saben cómo está hecho el piano de Elton John? ¿les importa?… Elton John no vende música… vende sensaciones, emociones y sentimientos. Pasa lo mismo con todos los productos que consumimos.
Es un hecho que los recuerdos fijados a través de sensaciones y emociones son mucho más estables. El marketing sensorial apela a los sentidos con el objetivo de crear experiencias sensoriales a través de la vista, el sonido, el tacto, el gusto y el olfato.
En el caso del tacto, ¿tocar es poseer algo en cierta medida? y por eso nos ponen artículos al lado de las cajas registradoras en las tiendas. Por el contrario, ¿se han fijado en los carteles de «prohibido TOCAR el género»?
Por mucho que nos empeñemos en que somos seres racionales, tenemos una parte emocional muy importante y, en muchas ocasiones, decisiva a la hora de tomar decisiones. La razón puede guiar, pero las emociones suelen decidir.
Estas dos partes de nuestra «alma» están en continua lucha. Si gana nuestro yo emocional, y suele hacerlo… entramos en el imperio de los sentidos.
Si carecemos de un sentido, careceremos también de los conocimientos correspondientes derivados de esas sensaciones.
Me gusta la idea de asociar sensibilidad a consciencia, y en el caso que nos ocupa, el tocar surge de esa consciencia. Es más, si vemos algo que nos interesa, surge a continuación el pensamiento de tocarlo, de sentir su tacto.
Sentimos, percibimos… prestamos atención y memorizamos… y todo eso no es posible sin los sentidos.




New Britain Museum of American Art
No creo descubrir nada si afirmo que tanto la maternidad como la paternidad nos hacen partícipes de un maravilloso mundo de caricias… de tactos… de sensaciones y emociones.
Es curioso… parece que tengamos dos sistemas táctiles. Coger un plato no va a desencadenar ninguna emoción. En cambio, una caricia sí… Parece que tengamos un sistema que nos proporciona las sensaciones y otro que nos proporciona las emociones. Éste incluye los abrazos, el contacto de un niño con su madre y el contacto sexual.
¿Qué hace a los genitales tan diferentes del resto del cuerpo? El tacto es el sentido más importante en el ámbito erótico… salvo que seamos unos mirones estrictos. Tal vez podríamos afirmar que abandonarse carnalmente es abandonarse al sentido del tacto.
También es interesante comprobar de qué forma las emociones condicionan las sensaciones de placer y dolor. Lo que estamos pensando y a lo que le estamos prestando atención afecta al sentido del tacto. Piensen en el momento en que su pareja les acaricia y lo que les produce… piensen en esa misma caricia (ese contacto físico) en el trabajo o en una discusión. Se activan exactamente los mismos receptores pero el resultado es totalmente diferente.
En cualquier caso…¡¡¡TÓQUENSE!!! … cuanto más, mejor… y unos a otros también ya que como diría Dámaso Alonso en su Gozo del tacto…










