Tras ‘Toy Story 3’ la franquicia parecía más que finiquitada, ya que el cierre de la trilogía era perfecto e insuperable y constituía, seguramente una de las mejores películas de una trayectoria casi perfecta, sin mácula como es la de la factoría de cine de animación Pixar.
Por ello, la única razón para una cuarta parte parecía los tan seguros como enormes beneficios económicos que aseguraba. Y aunque es evidente que el principal objetivo es pecuniario hay que saludar que, ya que algo se hace por la pasta, se ejecute con tanta maestría.
Es evidente que alcanzar las cotas de emoción, perspicacia y sabiduría humana de la tercera entrega era misión imposible, por lo que es una gran e inteligente decisión no intentar ir por ese camino. La nueva entrega opta por una aparente ligereza, marca de la casa, y por una clara apuesta por el sabor de la aventura más clásica. Ello no es óbice para integrar, en las diversas peripecias, cargas de profundidad sobre la naturaleza humana.
Más dirigida al público infantil que la tercera, pareciendo un nuevo reinicio para atraer a nuevas generaciones, no olvida otro de los signos de identidad de Pixar: esa especie de cortometraje adherido a la historia principal en el que se nos presenta un nuevo personaje o se habla del pasado de uno que ya conocemos (como el de la historia de la vida de viejo gruñón de ‘Up’, obra maestra del cine del nuevo milenio). En este caso se nos introduce, de manera hilarante, el personaje de Forky y la aceptación de su condición de producto desechable hasta que le abren los ojos. Porque ese el tema final de ‘Toy Story 4’: tomar conciencia de tu propia individualidad.
Por supuesto, decir que la técnica de animación es perfecta y que la construcción del guión debería ser la envidia de los nefastos guionistas que trabajan para el Hollywood actual no sería otra cosa que insistir en la obviedad.
Estados Unidos.- 2019.- 100 minutos.- Director: Josh Cooley.-Cine de animación.- CINE DE AVENTURAS.- Woody siempre ha tenido claro cuál es su labor en el mundo y su prioridad: cuidar a su dueño, ya sea Andy o Bonnie. Pero cuando Bonnie añade a Forky, un nuevo juguete de fabricación propia, a su habitación, arranca una nueva aventura que servirá para que los viejos y nuevos amigos le enseñen a Woody lo grande que puede ser el mundo para un juguete.