«El móvil no hace milagros«, con esta contundente afirmación Manuel Velandia inició su presentación durante la apertura de la Exposición la “Cuadratura del círculo” el pasado 4 de mayo en la Fundación Frax situada en la localidad alicantina de Alfaz del Pi. Tal apreciación pretende reafirmar la idea de que el móvil es un objeto al servicio del artista, un instrumento para captar la luz, porque ésta no se inventa, sin embargo, lo que a partir de la luz se crea responde más a las inquietudes del fotógrafo.

La exposición, cuyas imágenes están totalmente realizadas con el móvil con el que el artista hace la toma y la procesa, presenta tres instalaciones, dos de ellas de gran formato, y 30 fotografías que ilustran el proceso creativo de Velandia para desarrollar el proyecto “Cuadratura del círculo”. Las instalaciones son piezas impresas sobre lona y bordadas con cristales Swarovski, que recuerdan el brillo del reflejo del sol sobre el mar y de la resina natural en la piel de un árbol, plumas e hilos de nylon y silicona.
Velandia ha enfatizado el trabajo en equipo como una característica fundamental para presentar al público una exposición; es así como recalca que para el montaje de esta exposición ha contado con un equipo interdisciplinario de artistas y promotores culturales que incluye la participación de Pilar Tébar, quien ha realizado el texto crítico, la selección de imágenes la hizo Juan Sanz, el montaje expositivo es de Martín Pérez Ripoll Ripoll, la organización parte de Juanjo Cervetto de Eléctrico Romance y la coordinación de exposición ha sido realizada por Esperanza Durán de la Fundación Frax.
Las piezas que presenta Velandia se han producido en los últimos cinco años y la gran mayoría pertenece a la provincia de Alicante. La última obra data de abril 2018, con ella se cierra el recorrido; es un guiño al espectador, un políptico compuesto por tres fotografías y una estructura plástica; el artista muestra la pieza inicial con la que inicia su proceso de hacer del cuadrado un círculo que puede avanzar a una espiral que se procesa para llegar de nuevo al formato cuadrado.
El texto crítico de la historiadora del arte Pilar Tébar, presidenta de la Asociación Valenciana de Críticos de Arte (AVCA), se ha traducido al inglés por Álvaro Ricardo Molano Acevedo y al francés e italiano por Gaelle Maurelli.
Tébar sostiene que Manuel Antonio Velandia Mora «es una de esas personas que te atrapa nada más conocerla por su energía, su visión de la vida y su capacidad de trabajo». De espíritu inquieto y aventurero, lleva unos años residiendo en Alicante, a donde llegó desde su Colombia natal, y es en estas tierras donde él se ha realizado y ha encontrado un mundo a la altura de su creatividad.
Con una amplia formación, despliega su actividad en diversas disciplinas. Licenciado en Sociología, Master en Educación, dos doctorados, profesor, luchador por los derechos sexuales, usuario de redes sociales, bloguero, poeta, colaborador en medios de comunicación, interesado por la cultura y apasionado de las bellas artes… el grabado y la fotografía constituyen el eje de su creatividad.
La invención de la técnica fotográfica y la posibilidad de obtener imágenes duraderas en el tiempo ha sido uno de los mayores avances científicos. Por una parte, cambia la forma de contar las historias y, por otra, contribuye a dar un giro a los encuadres y composiciones artísticas. Esto supone un paso significativo en el arte y un empuje hacia la modernidad. Ya no es necesario recurrir a la pintura para perpetuar un acontecimiento.
Varias son las series fotográficas en las que trabaja Manuel Velandia al mismo tiempo y también la temática en la que se mueve, ya que abarca desde el retrato, las imágenes marinas, las de la naturaleza, el autorretrato, la arquitectura… Le interesa especialmente el estudio de las proporciones humanas basadas en las proporciones del Hombre de Vitrubio o el Canon de las proporciones humanas de Leonardo da Vinci.

Esta serie de la Cuadriculatura del círculo nace con unas imágenes muy interesantes de elementos metálicos que encuentra en los espigones costeros, corroídos por el salitre marino, que ofrecen unos matices y colores únicos. Posteriormente, Manuel fotografía elementos arquitectónicos geométricos, en unas imágenes que recrean edificios incluidos dentro de la corriente del racionalismo alicantino de los años sesenta y setenta, para pasar después a obtener imágenes de detalles de las estaciones del Tram.
A partir de esas imágenes, comienza el proceso creativo y de edición del fotógrafo. Las escaleras, pasamanos, rejas y demás elementos arquitectónicos son retorcidos hasta convertirse en una espiral, en una figura geométrica que se desarrolla desde un punto central y que da vueltas en redondo, alejándose cada vez más de ese centro. Al tiempo que también se aleja de la primera imagen obtenida, en un deseo intencionado del autor de manipulación y engaño visual, con un resultado sorprendente, inquietante, de enorme plasticidad, siendo el espectador el que reinterpreta las fotografías.
La espiral ha sido utilizada desde la época megalítica como símbolo para representar el sol, pero también la podemos encontrar en algunos elementos de la naturaleza, como en algunas conchas marinas, o se ha interpretado como el pensamiento cíclico del nacimiento, muerte y renacimiento. En este caso, es la espiral la que se inserta en un formato cuadrado. ¿Es intencionada la elección por parte de Manuel Velandia de esta figura geométrica? Una vez más, el autor deja al lector y al espectador que saquen sus propias conclusiones, porque no hay que olvidar que la función principal del arte –y en este caso de la fotografía– es transmitir emociones y sensaciones, pero también dejar una vía libre a la imaginación.
La exposición puede verse en la Fundación Frax hasta el 27 de mayo.