El islamismo radical y su desafío a la libertad centran el nuevo tema de debate del Foro Espacio Séneca, que aborda el caso de Masha Amini en Irán y la situación de la mujer o las minorías sociales en Afganistán con dos testimonios de excepción que se reúnen en Espacio Séneca este jueves 9 de marzo a partir de las 19 horas.
Por un lado, intervendrá la militar ERA, miembro del equipo del Mando de Operaciones Especiales (MOE) de las Fuerzas Armadas españolas, con sede en el cuartel de Rabasa (Alicante), desplegada en Afganistán en 2007 para llevar a cabo labores de seguridad en el territorio. Junto a ella, la joven iraní Shaghayegh Norouzpour, cuya familia abandonó el país cuando apenas había cumplido cinco años, en busca de un futuro en libertad.
Shago, graduada en Trabajo Social por la Universidad de Alicante, moviliza a los iraníes en la provincia para promover la intervención de la comunidad internacional en Irán y, entre otras cosas, que el Parlamento Europeo, en Estrasburgo, considere oficialmente al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica como organización terrorista. ERA, por su parte, pondrá en contexto la situación de la mujer y sus derechos en otros lugares donde el islamismo más radical continúa coartando la libertad.
El caso de Masha Amini en Irán y la respuesta internacional
La muerte de la joven kurda Masha Amini, a los 22 años, a consecuencia de los duros golpes que le había propinado la denominada “policía moral” de Irán por no llevar bien colocado el velo, sentó un precedente en el país, que está liderado por el islamista radical Ebrahim Raisi, perteneciente al Frente Popular de las Fuerzas de la Revolución Islámica y es apoyado por los sectores más fundamentalistas. El fallecimiento de Amini hizo tambalear la estabilidad de la república islámica el pasado mes de septiembre, cuando comenzaron a multiplicarse protestas por todo el país, principalmente lideradas por los estudiantes, que habían perdido el miedo a las represalias por incumplir las cada vez más habituales restricciones a las libertades, sufridas en especial por las mujeres.
Amini viajaba junto con su familia, rumbo a Teherán, cuando fue detenida por la “agencia de seguridad moral” del régimen, ya que unos policías afirmaban que, además del inconveniente que suponía su velo más colocado, vestía unos pantalones demasiado apretados. Hechos por los que la golpearon contra el vehículo policial y más tarde se la llevaron. Iba a ser sometida a “clases de reeducación islámica”, pero nunca regresó. Sin embargo, fue el detonante para que la sociedad se levantase como nunca lo había hecho contra un régimen teocrático al que piden justicia y respeto a los derechos humanos.
Este movimiento pronto se replicó por todas partes, logrando la comprensión y solidaridad de la comunidad internacional, pero el régimen sigue inmóvil y sus ciudadanos coartados. Clamor que llega a Occidente no solo desde Irán, sino también desde otros estados gobernados por el islamismo radical en el Sur de Asia y en Oriente Medio, como puede ser Afganistán, Siria, Irak o Catar, donde el islamismo radical se cobra miles de vidas cada año. Una situación que lleva a hacerse infinidad de preguntas desde la distancia. ¿Deben involucrarse los gobiernos? ¿De qué forma se desarrollan esas intervenciones militares que sí se desarrollan? ¿En qué situación quedan después los ciudadanos de estos países?