Escena de 'La vida es sueño'

Calderón escribió una alegoría llena de matices, tanto internos –amor, comprensión, entendimiento, compasión, felicidad…, como hacia lo externo: solidaridad, gobernanza, no agresión, defensa de territorios, etc. Para ello, se recrea en un cosmos argumental parecido a un cuento que podría comenzar con: Érase una vez un rey que tuvo un hijo, que al nacer... Entre los grandes logros de la propuesta escénica que vimos ayer en el Teatro Principal de Alicante (La vida es sueñoestá, sin lugar a duda, la confección del personaje Segismundo, y todo lo que arrastra tras de sí: un personaje vegetal que evoluciona en su educación social, mucho por imitación y mucho por soberbia.

La propuesta que presenta la CNTC, Jeek by Jowl y LAZONA a través de sus intérpretes, dirigidos por Declan Donnellan, acerca el texto a nuestros días, haciendo igualmente una magnífica interpretación y un buen diseño de puesta en escena, bajo un formato de pieza que, a mi entender, se aproxima a lo circense o casi a lo cómico musical. El argumento de la obra lo conocemos. No necesitamos decir más. De la puesta en escena, lúdica, ardua y sencilla a la vez, integra el patio de butacas y al público en su propuesta. El mensaje es claro. Atención a los segismundos que actualmente estamos creando; ¿qué podría ser sino la dependencia de los nuevos medios de comunicación exterior? ¿Nos segismundean?

En lo escenográfico sorprende el muro verde que como una gran tapia limita el escenario, provocando en el espectador la ilusión de dos espacios: uno hacia aquí –hacia el espectador-, y otro tras el muro, sembrando la idea de lugar oculto desde el que debe surgir algo, o elevarse o caer o agruparse o girar…; permanece frente a público y se muestra contundente como si la verdadera naturaleza de lo teatral, de lo imaginado, de lo esencialmente escénico no se nos quisiera mostrar. Y lo que se nos muestra es una parte graciosa de esta nuestra vida, una alegoría, una vida que es un sueño. Se abrirá el muro de golpe y un tropel de gentes invadirán la escena yendo de un lugar a otro sin sentido ni orden. Stop. Desaparecerán. Pausa.

Rueda desde una de las puertas del muro la maltrecha Rosaura caracterizada de hombre, profiriendo maldición contra su caballo despeñado, a la vez que irrumpen, contundentes, las graciosas silvas pareadas calderonianas –versos y versos hasta más de los tres mil- de nuestro autor: Hipogrifo violento, / que corriste parejas con el viento… Estamos en un barco a la deriva, me recuerda, me acerca a ciertas escenas shakespearianas… Hemos oído el lloro suave de un bebé que ya es Segismundo, encadenado, que no sabe casi hablar, que se lamenta, un personaje trapo… Hay alguien siempre que se ríe de él –unos personajes guiñolescos, que aparecen o desaparecen- que rompen el ritmo, que nos asombran como un show televisivo…

Calderón patas arriba o la lucidez de la comedia áurea en ESCENA
Escena de ‘La vida es sueño’

¿No seremos acaso nosotros mismos el maltrecho Segismundo? La torre es un lugar de aislamiento. Segismundo permanece solitario allí. Solo una persona le mantiene en contacto con el exterior y solo un objeto, una especie de radio o radiocasete, con una música ligera, liviana… Un personaje inventado – que después será el rey Basilio- contempla todo lo que ocurre en escena- y como si fuera uno más de los personajes de Calderón, no deja de admirarse y sorprenderse por la conducta dispar de los humanos -cortesanos, sirvientes, militares, políticos- que evolucionan a su alrededor; ¿es de alguna manera el espectador que observa lo que acontece sin poder influir en el desarrollo de las acciones? ¿No nos representa un tanto a cada uno de nosotros, público asentado a unos metros de distancia en nuestras butacas?

La vida es sueño es un poema -¿triste?-. Un poema contado por varios personajes que buscan solución a sus problemas. Pregonan su mercancía, como en un mercado, y a veces sacan la cabra a bailar, Clarín, el único que está en lo que está, el único que, de modo simple se apunta a la vida. Y la pierde. Es el gracioso, o sirviente, o criado acompañante de nuestra comedia aurea; se le nombrará como Calabazas, Moscatel, Brito, Culebro, Tello, Perafán, Cartilla, Gargullo, Pedrisco… Será el perdedor, casi siempre.

Calderón patas arriba o la lucidez de la comedia áurea en ESCENA
Escena de ‘La vida es sueño’

Rosaura, eje sobre el que gravita la obra, debe enamorar, no solo por su físico, también por su carácter, al que creo le falta un poco de dulzura, sensibilidad que compense la ferocidad de tantos machos guerreros; Basilio, magnífico en su quiebro final, loco, bailarín, escéptico, incrédulo, afable, cercano, humano, un poderoso que ha entendido el mensaje, fantástico; Clarín, lo dicho, un pobre hombre, ninguneado en su importancia, como balanza que compensa la seriedad de  los personajes cortesanos, puntal importante; Estrella, demasiado rígida, hierática, dudo que Segismundo sea su compañero, necesita un punto de seducción; Astolfo, incipiente en el mundo de la política,  carece de zorrería y le sobra perrería; y Segismundo, del que diré dos cosas: una, muy agradable la evolución y el juego de su personaje en el descubrimiento del mundo y su singularidad, y dos, importante, ¡debe dejar de mesarse los cabellos! a menos que sea un tic del personaje quien lo hace (creo que es un gesto del actor, pues queda raro en un personaje acostumbrado a lo fosco, oscuro, enmarañado).

El ambiente espacial, simbólico, sugerente, se abre en puertas por las que entran o salen comediantes que, a veces realizan acciones acordes con el devenir de la obra y otras veces, como títeres de una comedieta, bailan, gesticulan, se burlan, gritan o se mofan, personajillos de entretenimiento. ¿Qué se nos quiere decir con esto? ¿Las muchas puertas de entrada son los lugares por los que actualmente nos llega la basura a toneladas?

Hace unos años dirigí esta obra de Calderón; decía el programa de mano: “La vida es sueño es una encrucijada saturada de individuos aislados, desgajados de su medio habitual, empujados al disparate.”

Más allá de ese límite sabemos que está la quimera, el desvarío.

La vida… es una obra en exceso compleja para ser solo un sueño.

¡Salud y Teatro!

Paco Alberola

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Actor, director de escena, docente y autor. Doctor por la Universidad de Murcia. Ex profesor de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia. Ex director artístico del Festival Medieval de Teatro y Música Medieval de Elche.

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