Amenábar presenta en ‘Mientras dure la guerra’ un film de corte clásico, didáctico (para muchos de mi generación y más jóvenes, a los que nunca nos han explicado en profundidad los primeros días de la guerra civil, es una sorpresa descubrir que Francisco Franco no fue el líder indiscutible del alzamiento desde el principio, por ejemplo), competente en todas sus facetas e, incluso, poseedor de un par de secuencias para el recuerdo. Sin embargo, nunca alcanza las cotas de maestría y profundidad que auguraban el tema y el proyecto.
La vuelta de Amenábar a la dirección no ha gustado ni a unos ni a otros dentro del espectro político español. La acogida del nuevo film del director de ‘Los otros’ es absolutamente coherente con la tesis que se defiende en ‘Mientras dure la guerra’: En este país (y posiblemente en este planeta) no se acepta a los librepensadores que no quieren abrazar ciegamente y en su totalidad el andamiaje ideológico de uno de los dos bloques políticos. La duda, el cambio de postura ante los vaivenes y desmanes de sus líderes no se contemplan en un contexto que sólo admite la fidelidad absoluta.
La mejor secuencia de ‘Mientras dure la guerra’ es aquélla en la que Unamuno y su colega discuten sobre política con un campo de Castilla al fondo. Horas y horas que no conducen a nada… salvo a coger frío y volver a casa enfermo. Metáfora perfecta de nuestro país.
Tuve la oportunidad de visionar este film durante el Festival de San Sebastián de 2019, al que acudí acreditado por AlicanteMag.
España.- 2019.- 107 minutos.- Director: Alejandro Amenábar.- Intérpretes: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Patricia López, Inma Cuevas, Nathalie Poza, Luis Bermejo, Mireia Rey, Tito Valverde, Luis Callejo, Luis Zahera, Carlos Serrano-Clark, Ainhoa Santamaría, Itziar Aizpuru, Pep Tosar.- DRAMA HISTÓRICO.
España. Verano de 1936. El célebre escritor Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente la sublevación militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el general Franco consigue sumar sus tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros provoca que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios. Cuando Franco traslada su cuartel a Salamanca y es nombrado Jefe del Estado en la zona nacional, Unamuno acude a su Palacio, decidido a hacerle una petición.