Fragmento de la portada de 'Civilización y barbarie’.

Manuel de Gea Calatayud es historiador y director del Museo Arqueológico de Rojales (Alicante). Ha escrito varios libros y numerosos artículos de historia, arqueología y etnología, un bagaje que le ha permitido embarcarse en un ambicioso proyecto: la publicación de su primera novela, y además a lo grande, con una trama de 340 páginas. Civilización y barbarie (2023) es una novela histórica, que como toda obra del género que se precie, incluye elementos de ficción que le confieren intriga y misterio, así como aspectos del alma humana capaces de atrapar al lector.

Manuel de Gea reflexiona sobre el dilema entre civilización y barbarie en su primera novela en DESTACADOS LETRAS
Manuel de Gea Calatayud.

La historia tiene como telón de fondo el París de los años 30, en los preámbulos de la Segunda Guerra Mundial, donde el autor recrea sus ambientes bohemios, artísticos y promiscuos, habitados por extravagantes artistas y escritores, pero también científicos inmersos en investigaciones como la fabricación de la bomba atómica y espías. Y el relato no acaba ahí, sino que se traslada al archipiélago de Malta, durante la II Guerra Mundial, el Holocausto y la posguerra, llegando al delicado período de la Guerra Fría, cuando el mundo entero tembló ante la posibilidad del estallido de una Tercera Guerra Mundial.

La novela tiene también como acicate la amalgama de géneros, histórico, negro, policíaco y de espionaje, que consiguen trazar un relato tan atrayente como instructivo para aquellos lectores interesados en conocer más a fondo la convulsa historia de mediados del siglo XX.

Con el fin de conocer más al detalle los entresijos de Civilización y Barbarie, mantuvimos una entrevista con su autor, Manuel de Gea.

¿Es ésta su primera novela?

Sí, es mi primera novela. He escrito algunos relatos cortos, pero no se han publicado. En mi ámbito profesional, sí que he escrito libros y artículos, pero como obra literaria ésta es la primera.

Ha debutado en el género con una novela bastante larga, de 340 páginas, y además muy bien documentada. Hay muchas referencias históricas, literarias, científicas… Se trata de una novela histórica, pero como todo género histórico que se precie, contiene una parte de realidad, que es el contexto en el que se desarrolla la historia, y otra parte de ficción, sin que ello quite un ápice de veracidad a lo que está ocurriendo. ¿Podría ser ésta una definición de su novela?

Sí, está muy bien expresado. 

¿Qué es lo que le llevó a escribir esta obra y a situarla en el París de mediados de los años 30, en los albores del nazismo y a las puertas  de la Segunda Guerra Mundial? 

Empezando por el título, Civilización y barbarie, me gustaría subrayar que la novela viene encabezada por una cita de Theodor Adorno en la que afirmaba: «En el principio mismo de la civilización late la barbarie. Luchar contra ella tiene, consecuentemente, algo desesperado». Y para el caso de esta novela, los preliminares de la Segunda Guerra Mundial son la trama perfecta de este dilema. Hay que tener en cuenta que durante los años 30, en los que se contextualiza la parte central de la narración, por múltiples tensiones, la civilización germano alemana derivó en la barbarie con el ascenso al poder del Partido Nacionalsocialista. Y, en consecuencia, estamos en unos años en los que el nacionalismo derivó en fascismo en Italia y en nazismo en Alemania. Mientras que España fue pasto de una guerra civil, que terminó internacionalizándose. Unos peligros que hay que seguir afrontando, porque todavía acechan en la actualidad. Y hoy día, si estas amenazas se materializaran nos abocarían hacia el final del planeta, hacia la guerra nuclear. 

La Tercera Guerra Mundial sería el fin, muy probablemente.

Exactamente. Ésa fue la idea: abodar el dilema civilización / barbarie y rememorar y ambientar una narración en un lugar y en una época crucial como es el París en los años 30. Ésta es la base de la novela retrospectiva en la que, como usted ha dicho, se combinan personajes históricos con personajes de ficción. De alguna manera, ésa constituyó la base original que fue generando las historias, las tramas y el destino de los personajes.

En su novela recrea muy bien los barrios de París, los tugurios, los prostíbulos, los barrios bohemios, artísticos, literarios. ¿Estas descripciones tan realistas son fruto del conocimiento in situ de París y/o de lecturas e investigaciones que ha llevado a cabo a lo largo de su vida?

En la novela hay dos ambientaciones. Una es París, a donde he viajado varias veces. Y la otra es el archipiélago de Malta, que también conozco personalmente.

¿Para recrear ese ambiente del París de los años 30, cómo se ha documentado? 

Yo soy historiador de profesión. Aunque me dedique a la arqueología, los arqueólogos somos historiadores. La arqueología es una herramienta de la historia. Al igual que, por ejemplo, los documentos históricos escritos son también otro instrumento. 

Hablemos de los personajes para adentrarnos en la novela. Los principales protagonistas, Karl y Greta, con el ascenso del nazismo huyen de Alemania y se exilian en París. Todo exilio es duro, puesto que implica abandonar las propias raíces, dejando todo atrás. ¿Cómo es la vida de Carl y Greta en París? Son dos personajes que afrontan su nueva realidad de una manera distinta. 

Sí, Karl es músico y Greta, profesora de arte y pintora. Son pareja, huyen de la Alemania nacionalsocialista y de alguna manera van desarrollando su vida, cada uno por su lado en el París de los años 30, que fue la capital mundial de las artes y, al mismo tiempo, de los movimientos artísticos modernos más rupturistas.

En ese sentido, como usted ha dicho, yo recreo y escenifico cómo van desenvolviendo su vida y se van interrelacionando con otros personajes históricos. Por citar algunos, se habla del taller de Matisse; tienen relaciones con los surrealistas, con los postimpresionistas, tanto en los campos de la pintura como de la escultura. Se hacen amigos, por ejemplo, del chileno Vicente Huidobro, uno de los poetas vanguardistas más importantes de la época. Picasso incluso le hizo un dibujo que apareció en uno de sus libros de poesía.

También reproduzco el ambiente de los casinos donde se celebraran las tertulias en aquella época, al igual que recreo los cabarets. Karl, de hecho, actúa en varios de estos locales y se relaciona con sus personajes, como en una escena en la que alterna con una bailarina de striptease. Y al estar todo relacionado en distritos y barrios como Pigalle, se recrea el escenario de los prostíbulos, en un momento en el que París era la gran capital del turismo sexual de la época.

Otra aspecto de la historia que me ha parecido interesante es, aparte de la referencia a pintores y a escritores célebres, el hecho de que salgan a relucir nombres de científicos. Uno los personajes que aparece en el libro es Max Steiner, en este caso de ficción, cuyo nombre coincide con el del reconocido músico que escribió composiciones para más de trescientas películas, entre ellas Lo que el viento se llevó. ¿El nombre del personaje de su historia lo escogió de forma premeditada o fue una mera coincidencia? 

Le puse el nombre sin recordar al músico. Me lo dijeron después, cuando ya había escrito el libro.

El Max Steiner de ficción en la novela se relaciona con otros científicos reales. ¿Esto le da pie a hablar de avances científicos importantes que tuvieron lugar en aquella época? 

Sí, hay dos aspectos. Uno, es el que comenta de la relación con la ciencia, sobre todo en función de lo que hemos señalado antes: es la época en que se está investigando sobre la bomba atómica. De hecho, hay una carta al presidente americano Roosevelt firmada por Einstein en 1939, en la que le advierte de que el nazismo ya tiene prácticamente elaborada la bomba atómica. Ahí se cita a una serie de científicos alemanes que estaban involucrados, tanto en Alemania como en Francia. Y a parte de esto, este personaje me sirve también para interrelacionarlo con otras tramas del libro. Max Steiner está perseguido en París por el espionaje nazi, al haber escapado de Alemania para no colaborar con Hitler. Lo buscan con el objetivo de llevarlo a Alemania, al considerarlo un adelantado en estas investigaciones.

Como señala, el espionaje también está muy presente en la novela. El ámbito de la inteligencia fue crucial durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. En la historia hay personajes como Drumont, que actúa como agente doble. ¿Qué envergadura tuvieron el espionaje y el contraespionaje en esa época?

Hay que tener en cuenta que Francia estaba rodeada por Alemania e Italia, y cuando los nacionales en España ganaron la Guerra Civil, de alguna manera también por nuestro país.

Consecuentemente, se produjo una serie de tensiones y presiones contra el Gobierno del Frente Popular francés, que en ese momento gobernaba la República Francesa. Entonces, no sólo había espionaje, sino también incluso un complot, y la novela se hace cargo de este contexto para poner contra las cuerdas y derrocar al gobierno francés del Frente Popular. Todo ello genera un convulsa, violenta y confusa trama que en el año 40 culmina con la dominación nazi de París. Hasta hay un grupo paramilitar francés, con el apoyo de Italia y de Alemania. La novela recrea a una serie de personajes y ambientes turbios y conspirativos de la época.

Este libro también tiene elementos de novela negra. Hay un detective que investiga una serie de crímenes cometidos contra prostitutas en París. ¿Nos puede hablar de esa parte de la trama?  

Sí, ésa es una parte de ficción. De hecho, esta novela va mezclando géneros. Utilizo a este detective para narrar, no sólo los episodios de un asesino psicópata que está relacionado con las tramas; pero prefiero no desvelar más detalles para no destripar del todo la novela.

No obstante, adelanto que el inspector de policía y sus colaboradores están investigando tanto al asesino en serie como a ciertos conspiradores de los que se habla en otras claves. Ahí se produce una interrelación entre la intriga y la sucesión de varias historias mediante el uso de varios géneros. Y de hecho, al final de la ficción, en la última parte, el escenario de la historia se traslada al archipiélago de Malta, pero ya en la Segunda Guerra Mundial.

¿En qué fecha culmina la novela?

La última parte acaba en el año 1968 en el archipiélago de Malta, donde terminan los protagonistas.

¿Esta novela puede atraer tanto a los amantes de las tramas de acción, de intriga y de espionaje, como a quienes quieran conocer más a fondo un periodo sumamente convulso de la historia de mediados del siglo XX?

Sí, porque primero se narran los precedentes de la Segunda Guerra Mundial, pero es que además el archipiélago de Malta fue uno de los lugares más bombardeados por la aviación nazi e italiana. Hay que tener en cuenta que Malta está muy cerca del sur de Italia. Ahí se produjo todo un asedio en un momento, el de la posguerra, en el que la isla estaba en manos del gobierno inglés, como un protectorado. De modo que, posiblemente, la novela ofrezca una visión de todos los episodios, los sucesos y las tensiones que acontecieron en aquella época.

Un elemento recurrente de la narración es que los personajes carecen de referentes estables y, de alguna manera, se balancean entre la cordura y el delirio.

Ya para terminar, me gustaría hacerle sólo dos preguntas más. Una de ellas es que la novela está escrita en tercera persona, de manera que se adentra en los personajes desde fuera, describiendo como actúan y cómo se sienten. Y a su vez, hay una voz en primera persona, que se manifiesta en el diario de Greta, en el que deja constancia de los sucesos de su vida cotidiana.

Efectivamente, ésa es una buena pregunta, porque la novela no pretende hacer un estudio histórico de la época. En este sentido, otra de las claves de la obra es la naturaleza de la ficción como tal. De hecho, los protagonistas están de paso en un sitio que les es ajeno. Y tanto ellos, como los personajes secundarios, viven en un mundo que, a fin de cuentas, es algo incierto en esa época. Y la realidad tiñe las vidas de los personajes. De ahí que un elemento recurrente de la narración es que los personajes carecen de referentes estables y, de alguna manera, se balancean entre la cordura y el delirio. Es un efecto que he querido que aparezca en la narración a lo largo de toda la novela. 

Además, como comentaba antes, en la novela hay un cruce de géneros, y de igual forma la prosa alterna las voces narrativas. Sobre todo, a partir de un diario personal de la protagonista, que va aflorando libre y misteriosamente entre los capítulos hasta focalizarse plenamente en la última parte del libro. 

Por supuesto, la intriga, evidentemente, es otro de los elementos recurrentes para conseguir atrapar la atención y lograr la concentración del lector. Ésa es básicamente la clave de la naturaleza de la ficción. Y el mundo onírico está muy presente también.

La última pregunta que le quería plantear es en alusión a una frase que en una ocasión me dijo en una entrevista José María Merino, uno de los principales exponentes de la narrativa española contemporánea: “La realidad no necesita ser verosímil, la literatura sí”. Es decir, el lector tiene que creerse la historia que está leyendo, aunque ocurran cosas increíbles, pero tiene que ser verosímil lo que se cuenta, mientras que la realidad no tiene que serlo. ¿Comparte esta afirmación?  

Sí, totalmente. De hecho, se dice que el arte es hipnótico, tanto el pictórico como el literario o de cualquier otra naturaleza. Porque aunque estés narrando algo muy fantasioso, tienes que hacer creer y, de alguna forma, hipnotizar al lector o al que observa una obra artística. Ya entraríamos en el campo de la psicología, pero sí, lo que ese autor dice es muy coherente.

Dónde adquirir el libro:
“Civilización y barbarie”, de Manuel de Gea y Calatayud puede adquirse en Amazon.

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Licenciada en Periodismo y Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid. Administradora y redactora de AlicanteMag.

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