Vivimos tiempos, desde antes de la pandemia pero ahora de forma más aún exacerbada, de blanco o negro, de todo o nada…y las opiniones sobre cine no son ajenas a esto. Las nuevas cintas que se estrenan o son la definitiva sobre un tema o género o son bazofia olvidable. No hay término medio. Más grave resulta la situación con las cintas que osan hacer mezcla de géneros, tonos o estilos. Los trailers y la información previa sobre los films parecen contratos vinculantes entre los responsables de la cinta y los consumidores de la misma. Cuidado con proponer una cinta de aparente terror puro y luego incluir alguna reflexión social o metáfora poética. Ojo con incluir en una película de apariencia confortable temas o momentos incómodos o desagradables. Ni se te ocurra, pobre director y/o guionista saltar de género en género a lo largo de la narración… Te acusarán de disperso, pretencioso o confuso aquéllos que prefieren que les cuenten exactamente lo mismo y una otra vez.
El film no es perfecto. Bien al contrario, está repleto de imperfecciones. Escenas aburridas y mal resueltas, ciertas incoherencias y un supuesto protagonista interpretado por un actor que sigue sin convencerme, Ansel Elgort. Afortunadamente está presente en bastante menos metraje de lo que uno podría imaginar. Se agradece.
En resumen, aunque masacrada por la crítica, me parece que es superior a gran parte de lo que se estrena con mejores reseñas. Dispersa y discutible pero con apuntes muy interesantes e ideas atrevidas.
Esta película está disponible en la plataforma de streaming Movistar.
DRAMA.- Theodore Decker tenía 13 años cuando su madre fue asesinada en un atentado en el Museo Metropolitan de Nueva York. Esta tragedia cambia el rumbo de su vida y se ve sumido en una desgarradora odisea de dolor y culpa, reinvención y redención, y también de amor. A pesar de todo, se aferra a una prueba tangible de esperanza que le dejó aquel terrible día: un cuadro que representa a un pequeño pájaro encadenado a su percha, El jilguero.