L
os continuos bombardeos aéreos que sufrió Alicante durante la Guerra Civil hicieron necesaria la creación de una red de refugios subterráneos para proteger a los habitantes de la ciudad.
El Centro de Interpretación de los Refugios Antiaéreos -ubicado en el edificio conocido como Casa de Máquinas, en la confluencia de las calles Italia y Portugal, lindante con la Plaza Séneca (antigua estación de autobuses)- pretende introducir al visitante en el contexto histórico y social que rodeó la construcción y uso de los refugios subterráneos en Alicante durante la Guerra Civil española (1936-1939).
También se puede ver un documental que recoge manifestaciones de testigos de los bombardeos. Parte del material de guerra de la muestra ha sido cedido por el Museo Histórico Militar de Valencia y por la Comandancia de la Guardia Civil de Alicante. En la adecuación del centro han colaborado el Ayuntamiento de Alicante y la Diputación provincial.
La organización ha establecido recorridos guiados a las 12 y a las 18 horas. El horario de visitas es: de martes a sábado de 10 a 14 horas y de 16 a 20 h.; domingos y festivos, de 10 a 14 horas; y los lunes, cerrado. Las tarifas para las visitas son: entrada general, 2 euros; reducida (estudiantes, jubilados…), 1,5 euros; niños, gratis.
Para más información y para concertar visitas, se puede llamar al 965. 92.03.70.
El refugio es tipo losa de hormigón y consta de 38 cubículos alineados a ambos lados de un pasillo central de más de 42 metros de largo. En él se ha recreado el sonido de sirenas, aviones y bombardeos, conforme se escuchaban desde su interior, para hacer más realista la experiencia del visitante.
No me parece nada bien el cobrar por visitar un » monumento «, aunque sea una cantidad simbólica y supuestamente para su mantenimiento habrá gente que no pueda pagarla.
Me parece el precio muy razonable. ¿Quién no puede gastar 2 euros? Nos lo gastamos continuamente en tonterías, por pagar eso y mantenerlo en condiciones me parece perfecto. Que lo queremos todo gratis.
Siempre lo queremos todo: que sea de calidad, que sea interesante, que esté limpio, en perfectas condiciones y además que sea gratis. Las cosas que merecen la pena tienen un valor y cuando se cobran la gente se las toma en serio. Lo gratis no se valora y, como dice mi madre: «Lo que nada nos cuesta, lo hacemos fiesta».
Además ya está bien de poner en duda todas las iniciativas aunque sean buenas. Eso de «supuestamente para su mantenimiento» es añadir sospechas sin tener ninguna prueba real en contra de quienes gestionan esta idea.
Esta semana me apunto a la visita del refugio con mi familia y, si está bien, pagaré encantado los dos euritos.