«La literatura no se agota en la lectura, tiene un efecto beneficioso en la sociedad. ¿Por qué los sistemas totalitarios han establecido sistemas de censura sobre la actividad literaria?», se preguntó Vargas Llosa. «Todas las dictaduras han intentado establecer un tipo de control», continuó, porque «la literatura tiene un efecto subversivo«. El autor dijo que tras una lectura, el mundo real se revela por debajo de las realidades inventadas, lo que hace pensar a los lectores que «este mundo no está a la altura de nuestros deseos, anhelos, apetitos…». Y esa conciencia crítica que se despierta resulta peligrosa para los poderes establecidos, «porque la literatura nos dice que el mundo está mal hecho«, añadió.
«La buena literatura favorece el espíritu crítico», expresó. Precisamente, esta actitud crítica es la base del progreso humano, declaró, y es lo que nos diferencia de los animales, «que no han sabido salir de sí mismos». En una dictadura -prosiguió- la literatura se convierte en un elemento peligroso «porque es una manera de expresar aquello que no está permitido que se exprese. Ahí se demuestra que la literatura no es un juego, ni una mera distracción». No obstante, para Vargas Llosa, al escritor le resulta difícil «gobernar los efectos de lo que escribe», ya que es algo invisible e ingobernable para él.
La novela lo que hace es sembrar la rebeldía en el lector y mostrarle que hay muchos mundos a la medida de sus anhelos, dijo Javier Cercas
Cercas reconoció que su generación nació con un gran escepticismo acerca de la literatura comprometida, que se creía capaz de cambiar el mundo, y la figura del intelectual que interviene activamente en el debate público, como Sartre, que confundían la ficción con proclamas ideológicas. Pero esta visión se vino abajo cuando en 2001 Vargas Llosa escribió sobre su obra ‘Soldados de Salamina’ que la literatura comprometida existía en este libro, algo que dejó estupefacto al propio Cercas. El escritor peruano le dijo que la literatura comprometida iba más allá del mero entretenimiento para llenar el tiempo y plantearse los grandes dilemas morales y cambiar la percepción del lector.
No obstante, ambos autores coincidieron en que «el compromiso puede desvirtuar la literatura cuando la convierte en un panfleto político, sin vuelo… en una falsedad», expresó Vargas Llosa. Para el autor, las novelas son reveladoras de la complejidad del mundo, como lograron mostrar Proust o Tolstoi, aunque «un escritor no necesita ser totalmente consciente de la complejidad y sutileza del mundo… lo que necesita es ser genuino y auténtico para describir experiencias humanas». «Ese fondo irracional que nos habita sale a relucir en las novelas», agregó Vargas Llosa.
Cercas habló de ‘La ciudad y los perros’, novela de Vargas Llosa galardonada por el Premio Biblioteca Breve y Premio de la Crítica en 1963, que lo encumbró en el panorama de la narrativa en castellano. Para Cercas, «una gran novela, porque no ofrece certezas, sino ambigüedades», que «pone en duda nuestras certezas».
Acerca de la contradicción que supone el hecho de que un escritor siembre dudas en sus novelas y como intelectual exprese sus convicciones en la vida pública, Vargas Llosa afirmó: «cuando me pronuncio en un artículo se impone la razón y cuando escribo una novela salen los impulsos espontáneos que se escapan al control racional». Por ello, «las novelas meramente inteligentes son ensayos disfrazados» y «la pura inteligencia no produce buenas novelas». Por contra, «el buen novelista debe escribir con sus sueños, intuiciones… por encima de la inteligencia«.
La dilatada y laureada carrera de Mario Vargas Llosa, Premio Cervantes, Premio Príncipe de Asturias y Premio Nobel de Literatura en 2010, comenzó con el libro de relatos ‘Los jefes’, por el que recibió el Premio Leopoldo Alas en 1959, pero fue con la novela ‘La ciudad y los perros’ –Premio Biblioteca Breve y Premio de la Crítica en 1963- la que lo convirtió en uno de los nombres imprescindibles de la renovación narrativa en castellano. Aunque ha cultivado sobre todo la novela, con títulos como ‘La tía Julia y el escribidor’, ‘La Fiesta del Chivo’ o ‘El héroe discreto’-, también ha destacado como brillante crítico, ensayista e intelectual comprometido.
Javier Cercas adquirió fama internacional con ‘Soldados de Salamina’ (2001), llevada al cine por David Trueba, a la que siguieron ‘La velocidad de la luz’ (2005), ‘Anatomía de un instante’ Premio Nacional de Narrativa en 2009, ‘Las leyes de la frontera’ (2012) y ‘El impostor’ (2014). Además, ha reunido sus crónicas y artículos como columnista en ‘Una buena temporada’ (1998) y ‘Relatos reales’ (2000) y ha publicado el ensayo ‘La obra literaria de Gonzalo Suárez’ (1993) y el volumen misceláneo ‘La verdad de Agamenón’ (2006).

Memorable tarde de tertulia de primerísimo nivel! Gracias por permitirme disfrutar de ella por partida doble: in situ y de nuevo, ahora, al leer tu crónica….nos dejó buenos titulares, eh? ;))