El Museo de Bellas Artes de Alicante (MUBAG) presentó el pasado 19 de noviembre Jardín de la Casa Sorolla (1919), un óleo del pintor valenciano que se suma a su exposición permanente gracias al depósito, por tres años, de un coleccionista particular. La obra, procedente anteriormente del Museo de Pau, forma parte de la serie de jardines que Sorolla realizó entre 1916 y 1920 en su casa madrileña, una etapa en la que exploró la luz, el color y la libertad técnica desde una perspectiva íntima y plenamente personal.
La presentación ha contado con la participación de Jorge A. Soler, director del MUBAG, y de Marisa Oropesa, representante del depositante, así como del diputado de Cultura, Juan de Dios Navarro, quien ha destacado que se trata de “una excepcional incorporación que enriquece nuestros fondos y nos permite seguir cumpliendo uno de los principales objetivos de la Diputación: acercar la cultura y el arte a la ciudadanía”.
Sorolla y Alicante: un vínculo histórico
Joaquín Sorolla, figura esencial del arte español de finales del XIX y principios del XX, mantuvo estrechos lazos con la provincia de Alicante. Admirador confeso de Emilio Sala, pionero en el estudio de la luz y el color, compartió con este —y con Fernando Cabrera— formación, influencias y escenario artístico. Su evolución hacia un luminismo personal, consolidado tras su éxito internacional en el Grand Prix de París de 1900, tuvo como uno de sus escenarios principales el mar de Jávea, donde desarrolló parte fundamental de su estilo maduro.
En 1918, Sorolla volvió a Alicante para trabajar en el panel dedicado a la región valenciana dentro del encargo monumental de The Hispanic Society of America. El tema elegido fue El Palmeral de Elche, que pintó acompañado por los artistas alicantinos Emilio Varela y Heliodoro Guillén.
La influencia de Sorolla también marcó a generaciones posteriores de pintores alicantinos del siglo XX, como Mataix Monllor, Vicente Albarranch o Rigoberto Soler, quienes adoptaron y reinterpretaron su tratamiento de la luz mediterránea.
Una incorporación clave para entender el cambio de siglo
Según ha explicado Jorge A. Soler, “Jardín de la Casa Sorolla es un ejemplo claro de su pincelada, su tratamiento del color y su investigación sobre la luz, elementos que influyeron decisivamente en artistas de la provincia. Integrarla en el museo nos permite comprender mejor la evolución del arte alicantino en el tránsito al siglo XX”.
La obra se integra en el bloque final de la exposición permanente, “Hacia el cambio de siglo”, dedicado a la transición hacia una pintura costumbrista abierta al paisaje y a un uso más moderno de la luz. Además, se expone junto al retrato de Rafael Altamira Crevea, también de Sorolla, depositado por el Museo Nacional del Prado desde el pasado mes de junio.
