El Centro de Estudios Literarios Iberoamericanos Mario Benedetti de la UA (CeMaB) acaba de abrir al público, en formato online, la exposición Querido Mario…. Dedicatorias en la biblioteca madrileña de Mario Benedetti”, como parte del programa de celebración del centenario del nacimiento de Benedetti diseñado por la UA.
También las hay de españoles como José Luis Sampedro, que en La vieja sirena escribió: «Con un gran abrazo triunfalmente tercermundista de su amigo»; Luis Goytisolo y Manuel Vázquez Montalbán, que le escribió en un ejemplar de La Rosa de Alejandría «A Mario desde una común pasión por no sé qué», Luis García Montero, Juan Cruz, Rosa Montero, Maruja Torres, Manuel Vicent, entre otros.
«Para mi querido Mario, un gran abrazo en Granada», le dirigió el guatemalteco Augusto Monterroso en abril de 1987 al regalarle Cuentos, o también el nicaragüense Sergio Ramírez, así como todos los que, como Benedetti, forman parte de la corriente lírica iberoamericana de la década de 1950 conocida como «Poética Coloquial” y “Conversacional», conformada por un grupo de escritores que el uruguayo denominó “poetas comunicantes”. Entre ellos están el argentino Juan Gelman, el mexicano José Emilio Pacheco y el chileno Nicanor Parra (los tres premios Cervantes), el salvadoreño Roque Dalton, el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el nicaragüense Ernesto Cardenal, el uruguayo Carlos María Gutiérrez, el chileno Gonzalo Rojas y los cubanos Eliseo Diego y Roberto Fernández Retamar.
Valero explica que Gelman es una de las presencias más destacadas en la biblioteca con veinte libros y firmas tan estrechas como la de Anunciaciones (1980): «Para Luz y Mario, con el cariño cada vez más ancho, la amistad cada vez más honda y la admiración cada vez más profunda». Otro de los más presentes es el cubano Fernández Retamar, que dedica «A Mario, viejo, querido hermano, este viejo librito, y el abrazo de siempre» el libro Idea de la Estilística (1979); en Algunos usos de civilización y barbarie escribió: «A Mario, que ya leyó estos papeles, ahora retrabajados, pero no el prólogo, donde aparece a cada rato, para alegría de su hermano. Roberto. Abril 94». En estas dedicatorias se observa la relación de amistad profunda de este grupo poético cohesionado desde el punto de vista anímico, ideológico y poético.
Otros muchos autores se cuentan entre los que dedican ejemplares a Benedetti, como el chileno Antonio Skármeta en Ardiente paciencia, los argentinos Néstor García Canclini, David Viñas, Tomás Eloy Martínez, Antonio di Benedetto y Mario Paoletti (su biógrafo), el colombiano Álvaro Mutis, el uruguayo Daniel Viglietti, la nicaragüense Claribel Alegría o el italiano Antonio Tabucchi.
En la biblioteca se encuentran también dedicatorias de personajes públicos, como la de Jorge Valdano, quien le escribió en 2002 tras la solapa de El miedo escénico y otras hierbas: «Maestro, otro poco del infinito fútbol, con el afecto y admiración de siempre». Asimismo, hay un ejemplar firmado de Una gloria vitalista, del actor Paco Rabal, con la cariñosa y explícita dedicatoria «Si Paco fuese mujer, estaría enamorado de ti» (28/5/97), o de personajes tan dispares como el humorista Miguel Gila o el político Gregorio Peces-Barba.
Eva Valero añade que “La vida de escritor es una vida hecha de lecturas. Por ello consideramos que poder hacer accesible en internet los estantes y las dedicatorias de la biblioteca personal de Benedetti nos permitirá realizar un interesante recorrido y descifrar con sutileza el yo de un poeta que en este 2020 cumpliría 100 años”.
