Inicio ARTE PINTURA Exposición ‘Retrospectiva’: El oriolano Roberto Ferrández roza la perfección en sus pinturas

Exposición ‘Retrospectiva’: El oriolano Roberto Ferrández roza la perfección en sus pinturas

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Panorámica de Orihuela, Roberto Ferrández Gil.

El pintor oriolano Roberto Ferrández Gil es el autor de la exposición titulada ‘Retrospectiva’, una selección personal de su extensa obra pictórica, fruto de casi tres décadas de dedicación a la pintura.

La muestra, integrada por 28 obras, se inaugurará el martes 12 de noviembre a las 19 horas en el Museo de la Reconquista de Orihuela, tras haberse tenido que posponer en señal de luto por las víctimas de la DANA. La exposición podrá visitarse desde el jueves 7 de noviembre hasta el próximo 15 de diciembre dentro del horario habitual del museo (de martes a sábados de 10 a 14h y de 16 a 19h.; domingos y festivos de 10 a 14h.).

La exposición engloba paisajes urbanos –un testimonio de su natal Orihuela; exteriores de la vecina ciudad de Murcia: su catedral, su comercio, sus viandantes; así como un fascinante muestrario de pinturas parisinas donde el artista pone su mirada en las concurridas calles de París y en el interior del Louvre–, paisajes desolados y decadentes, una copiosa colección de pinturas de bañistas y algunos retratos.

Playa, Roberto Ferrández.

La obra de Roberto Ferrández desafía las categorizaciones tradicionales, pues el realismo de precisión casi fotográfica –que hallamos especialmente en lo arquitectónico– convive con la pincelada impresionista, atmosférica e incluye, ocasionalmente, elementos surrealistas que revelan una intención satírica en la obra del artista. Los paisajes son una parte fundamental de la exposición y es aquí donde el pintor despliega una amplia gama de registros. Algunos de sus paisajes muestran una realidad exuberante, vibrante, rebosante de elementos y personajes que exigen al espectador una lectura minuciosa; son composiciones cargadas de información visual, dominadas por el horror vacui.

Este enfoque contrasta poderosamente con otras obras en las que la soledad de un monumento domina, presentando espacios despojados de vida que invitan a una introspección profunda. Pintura de multitudes encontramos en las playas abarrotadas de bañistas, que constituyen una temática recurrente en la obra de Roberto Ferrández. Son lienzos en los que cada esquina parece contar una historia, revelando matices que a primera vista podrían pasar desapercibidos. Se trata de composiciones repletas de detalles que exigen al espectador una lectura cuidadosa y que esconden una sutil crítica o reflexión sobre la condición humana.

Un día en París, Roberto Ferrández.

Es lo que sucede en Bañistas en San Lorenzo donde la pintura a priori hiperrealista da cabida a una deformación de la realidad. Este recurso expresivo obliga al espectador a participar activamente en la obra, completando con su propia interpretación el sarcasmo del autor. El horror vacui se hace notar también en los lienzos parisinos, en los que conviven la emblemática arquitectura de la ciudad con el continuo fluir de los turistas.

Especial atención merecen las pinturas del interior del museo del Louvre, donde el verdadero protagonismo no lo tiene el arte expuesto sino la mirada de los turistas, que interactúan como nosotros, espectadores, con la expresión artística. Frente a los lienzos abarrotados de figuras y detalles, encontramos otros que, en un fuerte contraste, presentan un relato más íntimo y solitario. Estas obras destacan por su economía de elementos, donde la monumentalidad de los vacíos es tan elocuente como las multitudes. Aquí, el pintor parece querer hablarnos de la introspección, de los momentos de soledad y reflexión en los que la humanidad se encuentra consigo misma. En estos cuadros, la pincelada parece más contenida, más sobria, pero no por ello menos expresiva. Es en estos silencios visuales donde el artista muestra otra faceta de su técnica, más cercana a la meditación.

Panorámica de Orihuela, Roberto Ferrández.

Uno de los elementos más cautivadores de la exposición es el uso de la luz. El pintor parece dominar la técnica de capturar la vibración lumínica en sus obras. La luz no es solo un elemento estético, sino que construye la atmósfera y el tono de cada lienzo. En los paisajes, por ejemplo, la luz oscila entre lo sereno y lo perturbador, sugiriendo tanto la paz inmutable del entorno como la fugacidad de los momentos que retrata. Esta luz vibrante y casi palpable dota a las escenas de un dinamismo único, donde el espectador es transportado a momentos congelados en el tiempo. Asimismo, en los pocos retratos que podemos encontrar en la exposición, tenemos que hablar de la presencia imprescindible de la luz y el color; y de la importancia de la atmósfera.

Roberto Ferrández Gil.

La obra de Roberto Ferrández es una exploración rica y multifacética de la realidad, donde lo cotidiano y lo extraordinario se entrelazan constantemente. A través de su dominio técnico y su habilidad para jugar con la percepción del espectador, el artista nos ofrece una mirada profunda y contradictoria del paisaje y de la condición humana. Es una obra que no sólo invita a la contemplación, sino también a la reflexión y a la participación activa del público en la construcción de significados.

Texto: Dámaris Navarro Torregrosa.

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