¿Y si pudiéramos volar? ¿Y si la gravedad fuera sólo una vieja costumbre? Con esa pregunta en el aire, la artista alicantina Olga Diego convierte el Espacio Séneca en un hangar artístico donde la imaginación se eleva con aerodinámico descaro.
Su nueva exposición, Escuela de Vuelo, comisariada por Anja Krakowski, se inaugura este viernes 24 de octubre a las 19 h y podrá visitarse hasta el 15 de noviembre. La propuesta reúne una gran escultura inflable controlada por drones. Una pieza que no se conforma con quedarse quieta: se mueve, se suspende, se deja llevar por corrientes y hélices, como si la tecnología fuese viento a favor.
Junto a esta instalación de gran formato, Diego desplegará una serie de artefactos voladores, performances, talleres y charlas que convertirán el espacio expositivo en un laboratorio en plena acción. El público no será un simple espectador: tendrá la oportunidad de experimentar, tocar ideas, ensayar alas.
La propuesta nace con una intención clara: cuestionar una de las grandes limitaciones humanas, nuestra imposibilidad de volar. Para ello, la artista trenza un diálogo entre naturaleza y tecnología, un baile suspendido entre lo orgánico y lo artificial que invita a mirar al cielo sin resignación.
La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, Nayma Beldjilali, destaca el carácter participativo de la muestra: “Es una exposición diferente, en la que el público va a poder interactuar con la artista en los talleres previstos y va a poder ver sus performances y no sólo los objetos expuestos”.
Escuela de Vuelo se construye así como un espacio en continuo movimiento. Una invitación a desaprender lo conocido para encontrar nuevas formas de elevarse, aunque sea a ras de museo.
