La programación de la Feria de Artes Escénicas de Castilla-La Mancha correspondiente a 2023 transcurrió del 11 al 14 de abril. Los espectáculos programados, en cantidad superior a la veintena, diseñan un recorrido por las disciplinas escénicas de teatro, danza, música y circo, formando una programación ambiciosa por su extensión y cantidad.
De todos ellos, uno de los mejores espectáculos que he visto ha sido Ambulant, de La Fam Teatre; pieza de circo en la que los personajes, desde las técnicas clásicas circenses, trabajan y persiguen la idea de la decorosa dignidad, inexcusable, de todos y cada uno de los miembros de la comunidad circense –metáfora de la sociedad-. La propuesta es un campechano ejercicio coral de disciplina circense exquisitamente elaborada y ejecutada, una diversión con magníficos especialistas en las técnicas del juego corporal, el espacio, el impulso, la tracción, la precisión en el asombro escénico o la bobería inocente del payaso.
A la par que esta, se encuentra You say tomato, de Sala Trono, en la que restalla la agudeza y el buen hacer y decir; con un argumento deconstruido que comienza in media res, y que finalizará con lo que sería el principio del espectáculo; con una magnífica puesta en escena, texto, dicción, peripecia en el diálogo, vestuario, movimiento corporal, espacial… Ambos intérpretes -reina y rey de la escena-, dominan de modo absoluto el medio; baste mencionar las pausas escénicas con que nos regalan: antológicas, sublimes, sólo posibles cuando el nivel de interpretación es superior y/o abrumadoramente exquisito.
Muy de cerca le sigue La Gran Fuga, de Woodsbeats, que, tomando como base expresiva la técnica del claqué, muestran las peripecias agudas de cuatro ancianos que deciden abandonar la residencia donde habitan, e iniciar un viaje épico-cómico, pleno de dificultades que, como intrépidos aventureros tendrán que superar -rappel incluido desde la azotea de un gran edificio-; la propuesta es todo acento, compás y simetría, toda percusión, una delicia de sonidos con el suelo, contra el cuerpo propio o ajeno, y contra todo lo posible-imaginable que se encuentre alrededor de los personajes ancianos huidos.
Y, enseguida Campo Cerrado, de Daniel Doña, un aire de danza que toma como base de movimiento el texto del mismo título de Max Aub sobre la guerra civil, desde su particular prosa poética. La propuesta es enormemente gratificante; con admirables intérpretes que dominan el espacio a compás de una banda sonora exquisita, que, ataviados con gigantescos y sugerentes sombreros o panamás, son “guernicas en movimiento”, que como dianas de un campo de tiro facilitarían los disparos de aviones bombarderos.
La grandeza absoluta de estos trabajos es que se ciñen estrictamente a una disciplina base con la que son capaces de colorear toda la propuesta. Y en ser contundentemente expresivos y escénicos.
El siguiente grupo incluye el teatro poético, con imágenes excelentes, de Martirio Alba, de La Púa escénica, una apretada sucesión de gritos escondidos, reprimidos, de diálogos a tres bandas entre el espíritu de Adela, un pétreo Pepe el Romano, siempre tras la reja, y una Martirio a punto de despeñarse desde el infierno en la que arde, sola, aislada en su locura: “no habrá más poesía que mi muerte”, dice al final.
¿Cómo definir Muchos amigos negros, de Teatro de Malta? ¿Es teatro denuncia? ¿Teatro realista, social, teatro ácido, actual? ¿Reflejo de lo que sucede, y espejo? La pieza juega, en una buena puesta en escena, en dos tiempos; en el del presente de la acción –un bar, dos amigos y un emigrante que llega, desconocido-; y en un segundo plano, en el que los dos amigos declaran en comisaría “lo sucedido que no sucedió”, el apaño, el arreglo preparado para que lo que ha sido un delito, sea un simple accidente.
Oliva, de BN y Fardo, de Peripecia Teatro son dos buenas producciones; la primera, teatro histórico, recuperación de un personaje femenino importante; la segunda una comedia de carátulas, de acciones cotidianas, cuya fuerza se encuentra en el despliegue de máscaras, rostros, caretas y disfraces sacados a escena.
No me nombres tu hija, de Somos vértice, es teatro social, casi teatro de urgencia, que reivindica la España vaciada u olvidada, desde los versos de Lope, desde su Fuenteovejuna, realizando una pirueta teatral necesaria, buscando el encuentro entre la opresión de aquellos siglos y la opresión de estos nuestros tiempos, registro escénico dinámico, labor gratificante de recuperación vital histórica.
También hemos visto teatro de calle, Ambulantes, de Z Teatro, pasacalles con técnicas amables y agraciadas de saltimbanquis, bufones coquetos, espigados filarmónicos, fieros malabaristas y volatineros equilibristas, “todos juntos en la pista”.
Por último, comentar dos propuestas, no fáciles ambas: la primera La Malcasada, de Tumbalobos Teatro, una adaptación de la obra de Lope de Vega en la que se busca la reflexión y conexión con el presente de nuestro siglo XXI, un merecido acierto no exento de riesgo; pero no olvidemos que adaptar un clásico y alargar la obra en tiempo puede resultar monótono o enojoso; que ciertos ritmos, tiempos o pausas se deben acomodar con eficacia; y que trabajar con el verso, en definitiva, tiene su dificultad añadida. Menos, es más, y creo que reducir en tiempo la propuesta le daría esa chiflada agilidad escénica que persigue, ahora menguada.
De A barca do inferno, de Nauta, espectáculo próximo al teatro de objetos y de títeres, estimamos el brío y la entrega. La apuesta que realizan, un teatro pasmoso a la vista, tiene su punto de interés, pero ni todo se puede mostrar en escena ni todo conviene solucionarlo; el teatro tiene que dejar parcelas para que el imaginario del espectador vuele, no se debe incidir una y otra vez -desde la estética del despojo- en mostrar el desperdicio o la basura que como sociedad generamos. El escombro a veces se muestra mucho más eficaz en un solo objeto que en un ciento que llene el escenario.
El teatro es un código, con que investigar el campo de las AA.EE. Hoy en día las artes del teatro, danza y circo –dejo aparte la música- me da la impresión que están en un recipiente que se estaría desbordando, como si la vasija quedara pequeña para el contenido de arte escénica que se está generando.
Valoramos el esfuerzo que se hace porque todas estas disciplinas estén presentes en una feria que pronto será treintañera, que nacía en los años noventa, a finales del siglo pasado. En todas y en cada una de las ferias o festivales que se realizan cada temporada vemos que, junto a fórmulas de continuidad, surgen dramaturgias innovadoras, o punteras: ni unas ni otras aseguran que sean buenos o mediocres los productos, y al final, lo esencial, lo que determina que una propuesta sea admirable o trivial es la sustancia humana actuante –los intérpretes- que son los que dan cuerpo y sentido al hecho escénico. Lo demás, adornos o añadidos, colaboran a engrandecer o mitigar el salto a los cielos o el tropezón hacia los infiernos.
¡Salud y Teatro!
Paco Alberola