La comedia que vimos en el Gran Teatro [en el marco del Festival Medieval d’Elx], su autor, Lope de Vega, la denomina comedia mitológica, caracterizada porque, como su nombre indica, en ella aparecen personajes pertenecientes al ámbito de la mitología griega o romana, y porque acontecen hechos derivados de personajes que podríamos definir como sobrenaturales, extraordinarios, propios de dioses o semidioses que ejecutan asombrosas y maravillosas acciones. Suele estar asociada este tipo de comedia con la llamada comedia cortesana o palaciega, la que se representa en la corte para reyes, príncipes y personajes adyacentes, en un ambiente festivo, con motivo de exaltación o de celebración.
Estas serían las peculiaridades o el envoltorio en el que nos viene servida la comedia El Amor enamorado, que, en su argumento se aproxima también a la comedia pastoril, a la comedia fantástica, y también, y no se debe ignorar, contiene un componente rítmico y gestual, un aire, que la acerca a lo que en su día se llamó la comedia del arte italiana. ¿Cómo se conjuga esta mezcla de estilos, esta “ensalada” de hechos, discursos, personajes, acciones?
La Cía. de Teatro Mic Producciones realiza sobre el texto original lo que conocemos como una elocuente adaptación teatral, acomodando el argumento original a una idea dramatúrgica más cercana a nuestros días, que facilita por un lado lo que quieren decir, y por otro, el cómo lo quieren decir. En el cómo se recurre a una escenografía eficaz y versátil que, sin moverse un ápice –el movimiento escénico es privativo del elenco-, recrea un paisaje de naturaleza casi salvaje por la que evolucionan tanto animales como hombres y mujeres y dioses, acomodándose, versátil, a todas las situaciones; está formado por un ciclorama translúcido que crea, según iluminación y juego de los intérpretes un delante/detrás, un allá lejos/aquí cerca, la proximidad o la lejanía; circundada por unos postes laterales verticales –un gran acierto- que posibilitan ser escalados trepando, acción aérea que facilita que los personajes suban, bajen, se oculten o asciendan por la singular orografía gallega de montes, ríos y prados, en que está situado el espacio de la acción.
Con estos elementos a favor la puesta en escena juega los parámetros de “teatro dentro del teatro”, que es la parte original de la propuesta dramatúrgica: ello facilita que unos personajes viajeros –comediantes de la legua- representen una comedia titulada El Amor enamorado. Consiguen así una doble capa interpretativa o formato, pretexto lúcido para jugar “la comedia dentro de la comedia”, por donde van a discurrir dúos de personajes, como los enamorados, los rústicos y las dobles parejas cruzadas, que desarrollarán un juego escénico frente a público, en circularidad rotativa, abundante en la retórica gestual de algunos personajes tipo, como Apolo, próximo en algunos aspectos al “miles gloriosus”, el bobo o gracioso Bato, el enredante y esquelético y simple Cupido… una expresividad que se aproxima a la comedia del arte, como hemos dicho.
Además, la propuesta no olvida los elementos de magia o fantasía, como son la desaparición y metamorfosis de Dafne en el laurel, la transformación de Sirena en fuente o de Apolo en ciervo. Sin olvidar la elocuencia de los intérpretes que juegan elementos que podríamos calificar de teatro de objetos, como la gran serpiente Pitón, una gran sierpe conducida por los comediantes, representada poco antes en un teatrillo de sombras por una ristra de longanizas, el paraguas que es escopeta, el cruceiro gallego convertido en árbol, etc.
El Amor enamorado no es comedia con que se le reconozca a Lope, sin embargo, es, por su contenido, una excelente pieza tanto por el verso -el octosílabo, sobre todo- ágil, luminoso como por el vívido ritmo interno. Por último, destacar el buen hacer de todo el equipo: iluminación, vestuario, adaptación textual, y, sobre todo el juego coral, animado y enérgico, en el que todo el elenco resuelve eficazmente su papel, destacando por su buen hacer un Rafa Núñez magnífico, medido, preciso, exacto en su rústico Bato con la rústica Silvia, un Apolo guerrerazo y una Venus lasciviada, un Cupido arlequinesco, una aséptica Dafne entreverada, y una pareja de tiernísimos enamorados en los personajes de Sirena y Aristeo que, juntos construyen un final de comedia, final feliz, a la antigua usanza… como aquellos lejanos-lejanos cómicos de la legua.
¡Salud y Teatro!
Paco Alberola