El Misterio de Elche mantiene una espectacular coreografía de movimiento de personajes, debido, principalmente al diseño de su escenografía, que, sabiamente, contiene el plano horizontal, el plano vertical y el plano inclinado, ascendente y descendente: andador, cadafal y cielo que, juntos, forman un cuerpo escenográfico sólido desde el que se construye la totalidad de la representación.
El espacio escenográfico se encuentra definido perfectamente en la representación del Misteri, que, en forma de lengua quebrada en “ele”, atraviesa la nave principal de la basílica, hasta la plataforma llamada cadafal, para, desde allí, proyectarse en el vacío espacial aéreo hasta el cielo o tambor en la cúpula de la misma. Todo acontece en esa especie de “L” tumbada. Cada uno de los espacios que conforman tan singular figura geométrica alberga múltiples posibilidades expresivas que, junto a otros aspectos escénicos -el movimiento de actores o el mundo sonoro-, refuerzan y equilibran el acto religioso del Misteri y lo desplazan acercándolo hacia lo que podemos llamar y reconocer como una representación espectacular –espectáculo laico- con sus especiales características argumentales, estructurales, emotivas, ideológicas, interpretativas, de puesta en escena, etc.
A falta de unos días para que comiencen las representaciones de agosto en la basílica de Santa María en Elche, queremos exponer algunos aspectos relacionados con el movimiento físico, la gestualidad y caracterización y el conjunto sonoro y auditivo del Misteri, tanto el de la propia música, como los cantos, volteo de campanas, aplausos y vivas del público, el estampido de los cohetes o el abanicarse de los espectadores y feligreses. El diseño del movimiento se visualiza fácilmente en las distintas agrupaciones, parejas, tríos o solos, en los desplazamientos o pausas, actitudes rítmicas, direcciones visuales y direcciones corporales que crean los actores con sus acciones.
Sin olvidarnos de los objetos útiles que se muestran, como la sagrada palma, las llaves de San Pedro, los evangelios, el palio, los cirios o velas con que alumbran los apóstoles, que forman un cuerpo de utilería sugerente. En tanto que el vestuario, entendido no como algo que oculta al intérprete, sino como algo que caracteriza al personaje, forma una escenografía envolvente que influye en la imagen que transmite: los colores, las formas, los pliegues, la calidad del mismo tejido, crean, junto al calzado y las túnicas –barbas y postizos aparte-, un mapa corporal que evidencia su particular identidad. Así mismo, destaca la parte de cuerpo no cubierta, como son el rostro y las manos, elementos personalísimos que darán una caracterización específica y harán que cada personaje sea más o menos explícito: todos recordamos las manos en garfio del judío, todos recordamos las poses emotivas del Ternari, o los brazos y manos extendidos al cielo al encuentro del oropel que desciende lento. Las manos forman parte del gesto y son un territorio expresivo mínimo capaz de expresar y mostrar una información puntera, excelsa y absoluta. Suelen trabajar las manos en connivencia rítmica con el rostro y sobre todo con la mirada, coincidiendo a veces en la orientación, marcando direcciones alternativas, disímiles, paralelas y hasta contradictorias.
Veamos el Misteri como un lugar galanamente ornamentado no solo en lo externo; veámoslo también en lo mínimo, en lo minúsculo, en lo intenso; no solo en la majestuosidad de los espacios abrumadores sino también en la intensidad y en la densidad de su representación.
Pronto llegan las fechas de agosto. Hasta entonces aprovecho para comunicarles que el día 3 de agosto la Cátedra Misteri d’Elx de la UMH organiza un curso titulado Arquitectura y sonido en la Festa, que se realizará en la ermita de San Sebastián. El acceso es libre, previa inscripción.
En ese lugar o en el otro, nos veremos.
¡Salud y Teatro!
Paco Alberola