El nuevo film del director de ‘Spotlight’ y de la estrella serena en la que se está convirtiendo el chico prodigio de la ya, lejanisima, ‘El indomable Will Hunting’, Matt Damon, ha recibido reseñas bastante tibias por parte de los críticos profesionales, especialmente aquéllos que asistieron a su estreno mundial, fuera de concurso, en el Festival de Cannes. Ése es el primer motivo de esa tibieza. El film, medianamente comercial (por lo cual su pase en un festival ya es una osadía imperdonable para algunos y algunas), se proyectó el mismo día que la esperadísima película-escándalo del gran Verhoeven, ‘Benedetta’. Y Verhoeven es mucho Verhoeven.
La mayoría de las cintas actuales palidecen en interés con la nueva del maestro neerlandés. Y eso le ha pasado factura a nivel crítico a esta nada despreciable película. Todo ello muestra lo realmente difícil que es promocionar un film del Hollywood actual que se salga del corsé de cine para desconectar el cerebro. Y si no que se lo pregunten al bueno/villano (como prefieran) de Shyamalan. Si se vende como exclusivamente comercial el público que acude lamenta su seriedad. Si se intenta comercializar como cine de autor/artístico, los críticos y cinéfilos más sesudos ponen el grito en el cielo. En definitiva, no hay espacio para una tercera vía. Al menos en las salas…. quizá sí en las plataformas de streaming. Y tras la pandemia la situación, como muchas otras, se ha agravado. Si antes ya era un riesgo para las salas traer material poco ubicable, ahora es un suicidio empresarial.
Por su parte, aquellos reseñistas que la han visto en otro contexto diferente a Cannes la han tratado algo mejor, aunque algunos no han recibido con agrado que los guionistas habituales de unos de los totems del cine de autor, Jacques Audiard (‘Un profeta’, ‘De óxido y hueso’, ‘Deephan’) hayan co-escrito un film de Hollywood aunque sea dentro de la variante indie-social pero ¡ay! con sendas estrellas delante y detrás de la cámara.
Si nos olvidamos de todo eso, queda un film tan interesante como irregular, tan curioso como impreciso, que intenta algo tan arriesgado hoy en día como pretender ser varias cosas a la vez. Actualmente gustan tan poco los personajes estereotipados como las películas que, como la vida misma, van de varias cosas a la vez. Así, ‘Stillwater’ es un drama familiar centrado en una relación paterno-filial, un thriller, un film en parte judicial, un análisis de personajes y del choque cultural entre Estados Unidos y Europa y una reflexión sobre las distancias abisales pero, en opinión de los guionistas, salvables entre las personas por formación, origen e ideología.
Si el espectador se deja llevar por lo que propone la cinta no le pesarán las más de dos horas de proyección y apreciará el esfuerzo que se hace por no filmar una irreal Europa de postal bajo la mirada turística de un yanqui, sino una Marsella muy reconocible para cualquier mediterráneo y que recuerda a la fotografiada en las dos magníficas entregas de ‘French Connection’. Especialmente destacable es la secuencia en el estadio del Olympic de Marsella que recuerda, involuntariamente o no, a la ya mítica de ‘El secreto de sus ojos’ en el estadio del Racing de Avellaneda.
Si, por el contrario, no se entra en el film, resultará en un suplicio inacabable.
Esta película se estrenó en cines el 13 de agosto de 2021.
Bill Baker (Matt Damon) es un rudo operario de una plataforma petrolífera estadounidense que viaja a Marsella para visitar a su hija, que está en prisión por un asesinato que afirma no haber cometido. Lejos de casa, las cosas no serán nada fáciles para un padre dispuesto a todo para demostrar la inocencia de su hija. (Fuente: FILMAFFINITY)