Notable debut de Kruithof como director en este Testigo de un título español mucho más rutinario que el original francés la mecánica de las sombras.
A medio camino entre el clásico polar francés (cine negro galo de pocas palabras que tuvo su época de gloria en los 60), el cine conspirativo del Hollywood de los 70, el thriller aparentemente desapasionado de Fincher y el nuevo policiaco europeo que se inspira en el cine norteamericano, Testigo bebe de todas estas fuentes con conocimiento de causa pero quizá con demasiado respeto y afán de homenaje: hay escenas clavadas a Marathon Man y el protagonista (que ya de por si se parece a Dustin Hoffman) actúa siguiendo los tics interpretativos del protagonista de Cowboy de medianoche.
Testigo arranca fuerte y va directamente al grano pero manteniendo un aurea de misterio con respecto a las intenciones de los individuos que contactan con el protagonista. Es cierto que la puesta en escena y el look del film no enganchan sobremanera pero tampoco provocan que el espectador se desinterese en ningún momento. Sin duda, lo que peor funciona es la historia de amistad-amor con la chica, que se podría quitar y prácticamente no afectaría en nada. Al contrario daría algo de ritmo al segundo cuarto de la cinta que, evidentemente, es el más flojo.
Pero a partir de mediada la proyección el film va creciendo, el impertérrito protagonista va transformándose hasta llegar a un desenlace notable en el que se nos explica esa artera mecánica del sistema que cualquier persona despierta e inteligente intuye como obvia y pausible.
Con algo más de personalidad propia, ritmo y atrevimiento estaríamos ante un film mayor. Aun así, una de las propuestas más interesantes de la desoladora cartelera actual.
FICHA ARTÍSTICA Y SINOPSIS
España, 2016.- 88 minutos.- Director: Thomas Kruithof.- Intérpretes: François Cluzet, Alba Rohrwacher, Simon Abkarian, Sami Bouajila, Denis Podalydès, Alexia Depicker.- THRILLER DE INTRIGA Y ESPIONAJE.- Un enigmático hombre de negocios en nombre de una misteriosa organización se pone en contacto con Duval (François Cluzet) para ofrecerle un trabajo sencillo y bien remunerado: transcribir escuchas telefónicas interceptadas. Duval, económicamente desesperado, acepta sin preguntar sobre la finalidad de la empresa que lo contrata. De pronto, envuelto en un complot político, debe afrontar la brutal mecánica del mundo oculto de los servicios secretos.