Con Detroit, Bigelow vuelve a demostrar que es uno de los mejores directores del cine actual, sin distinción de sexo, y vuelve a romper, y ya van muchas veces en su notable carrera, la vieja división (cada vez más en desuso, afortunadamente) entre cine hecho por mujeres y por hombres.
En Detroit Bigelow nos traslada desde los primeros fotogramas al Detroit de 1967 y lo hace constatando que se puede optar por una realización nerviosa con mucha cámara en mano y primeros planos pero sin olvidar una ambientación y una dirección artística impecables. Es decir, demuestra que es una elección narrativa, no económica. El film está repleto de decorados cuidadísimos que sólo se disfrutan y observan cuando es necesario para la historia… pero se han preocupado de que existan. Al contrario de otros films en el que sólo vemos caras y cogotes y el fondo difuminado para evitarse tiempo y dinero en iluminación, decorados y localizaciones. Que me parece lógico. Pero que no me salgan con que es para transmitir verdad, inmediatez, rigurosidad o ser adusto y seco. ¡Es que no tenéis un duro, no me contéis milongas!
Otro elemento llamativo de Detroit es que, más que nunca en su filmografía, Bigelow hace cine militante con el objetivo de despertar la indignación y la empatía del espectador con el sufrimiento de los débiles. Por ello, Detroit recuerda mucho al cine de conciencia liberal de la Generación de la TV (Martin Ritt, Sidney Lumet, Frankenheimer, Norman Jewison –cuya En el calor de la noche se estrenó el mismo año que lo que se cuenta en Detroit lo cual aumenta su mérito político y sociológico) que a finales de los 70 y principios de los 80 se trasladó a las miniseries como Jefes o Raíces.
En ese sentido va a contracorriente del desmemoriado, hueco e inconsciente panorama Hollywoodiense actual y por ello es una propuesta totalmente provocadora. Y además lo hace con unas formas narrativas contemporáneas, con lo cual su mensaje es mucho más eficaz y llegará a un espectro más amplio, no sólo a los veteranos y/o convencidos.
Bigelow consigue con Detroit que nos sintamos uno más en esa fila de detenidos contra la pared que no saben si saldrán vivos o no de ese motel Algiers en el que sucede el memorable meollo de la cinta tras una notable presentación de personajes y conflicto y un desenlace algo más flojo pero no despreciable.
Donde falla Detroit es en el guión (también responsabilidad de Bigelow porque se supone que lo supervisa) y concretamente en la caracterización de las fuerzas del orden, seres esquemáticos y hasta incomprensibles por momentos. Hay baja varios escalones un film que iba para grande, muy grande.
Estados Unidos, 2017.- 143 minutos.- Director: Kathryn Bigelow.- Intérpretes: John Boyega, Algee Smith, Will Poulter, Jack Reynor, Ben O’Toole, Hannah Murray, Anthony Mackie, Jacob Latimore, Jason Mitchell, Kaitlyn Dever, John Krasinski, Darren Goldstein, Jeremy Strong, Chris Chalk, Laz Alonso, Leon Thomas III, Malcolm David Kelley, Joseph David-Jones, Joseph David Jones, Ephraim Sykes, Samira Wiley, Peyton Alex Smith, Laz Alonzo, Austin Hebert.- TERROR.-
Film ambientado durante los disturbios raciales que sacudieron la ciudad de Detroit, en el estado de Michigan, en julio de 1967. Todo comenzó con una redada de la policía en un bar nocturno sin licencia, que acabó convirtiéndose en una de las revueltas civiles más violentas de Estados Unidos.